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Actualizado: 10 de junio de 2025
Pensó unos instantes en su amigo, alma grande, generosa, y mentalmente se preguntó si no sería bueno comunicarle el proyecto, pero mentalmente se contestó tambien que Isagani nunca querría tomar parte en semejante carnicería... A Isagani no le habían hecho lo que á él.
En aquel instante bajaba Simoun y al ver á los dos jóvenes, ¡Adios, don Basilio!, dijo saludando en tono protector, ¿se va de vacaciones? ¿El señor es paisano de usted? Basilio presentó á Isagani y dijo que no eran compoblanos, pero que sus pueblos no distaban mucho. Isagani vivía á orillas del mar en la contra costa.
Pero continúe, continúe usted. Isagani no se desaminó; habló de la solucion que se iba á dar y concluyó espresando la confianza de la juventud en que él, el señor Pasta, intercedería en su favor en el caso de que don Custodio le consultase, como era de esperar. Isagani no se atrevió á decir que aconsejaría en vista de la mueca que hacía el abogado.
Desde el primer día de su llegada, y por cierto que un cierto le considera como rival... en la herencia... Y creo que va á verse con el General para la cuestion de la enseñanza del castellano. En aquel momento un criado vino para decir á Isagani que su tío le llamaba.
Momoy había estado cerca del kiosko. Es lo que nadie podía explicarse, contestó Chichoy; ¿quién tenía interés en turbar la fiesta? No podía haber más que uno, decía el célebre abogado señor Pasta que estaba de visita, ó un enemigo de don Timoteo ó un rival de Juanito... Las señoritas de Orenda se volvieron instintivamente hácia Isagani: Isagani se sonrió en silencio.
Y ¡orientales! replicó el aludido trazando un círculo con la cuchara para comprender á todos los comensales. ¡No valen interrupciones! ¡Pido la palabra! ¡Pido patís! añadió Isagani. ¡Que venga el lumpiâ! Todos pidieron el lumpiâ y Tadeo se sentó muy contento de haber salido del paso.
El señor Pasta se puso los anteojos, hizo de leer algunos papeles y viendo que el joven esperaba, tartamudeó: Yo quería decir una cosa... quería decir, pero ya se me pasó... usted, con su vivacidad me interrumpió... es cosa de poca monta... Si supiera usted como tengo la cabeza, ¡tengo tanto que hacer! Isagani comprendió que le despedía. De manera, dijo levantándose, que nosotros...
El entusiasmo de los oyentes rayó en delirio. Isagani abrazó á Sandoval, los otros le imitaron; se hablaba de patria, de union, de fraternidad, de fidelidad; los filipinos decían que si no hubiese más que Sandovales en España, todos serían Sandovales en Filipinas; Sandoval tenía los ojos brillantes y se podía creer que si en aquel momento le hubiesen arrojado un guante cualquiera, habría montado sobre cualquier caballo para hacerse matar por Filipinas.
Una vez en la calle, Basilio pensó en qué podía ocuparse hasta que llegase la fatal hora; no eran más que las siete. Era la época de las vacaciones y todos los estudiantes estaban en sus pueblos. Isagani era el único que no quiso retirarse, pero había desaparecido desde aquella mañana y no se sabía su paradero.
Esos hombres del pasado, observó Isagani, para todo encuentran dificultades; se les propone una cosa y en vez de ver las ventajas solo se fijan en los inconvenientes. Quieren que todo venga liso y redondo como una bola de billar. Con tu tío está á su gusto, observó Basilio; hablan de sus antiguos tiempos... Oye, á propósito ¿qué dice tu tío de Paulita? Isagani se ruborizó.
Palabra del Dia
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