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Actualizado: 14 de julio de 2025
Catalina, la genovesa, avisó una vez más que la comida se pasaba. ¿Y ese Quilito? ¿qué hace ese muchacho? Iré yo a llamarle dijo la señora. Salió y subió a las habitaciones altas, donde encontró al niño de la casa, a medio vestir todavía, plantado delante del armario de luna, a tirones con la corbata, que no conseguía poner a su gusto. Pero, ¡Quilito! dijo la señora en la puerta, ¿acabarás?
-Pues no tenga pena -respondió el bachiller-, sino váyase en hora buena a su casa, y téngame aderezado de almorzar alguna cosa caliente, y, de camino, vaya rezando la oración de Santa Apolonia si es que la sabe, que yo iré luego allá, y verá maravillas.
Yo iré a donde usted vaya, pues para mis males lo mismo son unas aguas que obras... Todo está en zarandearse un poco y salir de este horno». En esto del viajecito a baños era Rosalía más comunicativa que en el anterior tema. Bien deseaba veranear pero aún no había dicho el médico nada terminante.
Llegada la media noche se levantó Hullin y, dirigiéndose a los novios, dijo: Tendréis robustos hijos; yo haré que salten en mis rodillas, les enseñaré mis antiguas canciones y después iré a reunirme con los que fueron.
De pronto ella, dando, sin saberlo, pie al médico para que dijese lo que tenia pensado, le preguntó: ¿Estará V. aquí todavía mucho tiempo? No; iré a Madrid muy pronto. Y al mismo tiempo, fijando en Julia la mirada, se permitió cogerle familiarmente una mano, y como quien está resuelto a no callar, continuó: ¡Por lo que V. ame más en el mundo!... óigame V. un instante.
BALBINA. Bien, señor. Por primera vez en mi vida no acierto a tomar una resolución. Iré allá. Tampoco. Alto... Me dice el Marqués que de aquí, después de una larga conversación con usted, salió Electra en ese terrible desvarío. Aquí... cierto... hablamos... La niña... MÁXIMO. Mordida fue por el monstruo. PANTOJA. Tal vez... Pero el monstruo no soy yo.
Iré a buscarle al taller dentro de algunos minutos.
«Ya sé le dijo al fin , que estarás todo el día en la fuentecilla del Duque de Alba . Si se me olvida algo, iré a preguntártelo, y a que me enseñes la oración. Eso sí que me ha de costar trabajo aprenderlo, sobre todo si no me lo pones en lengua cristiana, que lo que es en la tuya, hijo de mi alma, no sé cómo voy a componerme para no equivocarme. Si quivoquiar ti, Rey no vinier».
Te prometo que si no tiene novedad mi tío, iré con vosotros; pero si desgraciadamente la tuviera... ya ves tú... Conque hasta mañana. Yo no sé qué cara pondría Chisco oyéndome hablar así, porque en el pasadizo donde estábamos conversando a media voz, no se veía la mano delante.
Es una ingrata dijo Florentina con tristeza. ¡Ah!, no lo creas. La Nela no puede ser ingrata. Es muy buena... yo la aprecio mucho.... Es preciso que me la busquen y me la traigan aquí. Yo iré. No, no, tú no dijo prontamente Pablo, tomando la mano de su prima . La obligación de usted, señorita sin juicio, es acompañarme.
Palabra del Dia
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