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Actualizado: 3 de junio de 2025
La respuesta no me satisfizo y me prometí interrogar al mayordomo en la primera oportunidad; parecía éste un buen sujeto, contra la opinión de los murmuradores que se reunían en el cuarto de los sirvientes y ordenanzas, y, a pesar de la actividad que yo le veía desplegar y del aspecto de hombre ocupado, que siempre tenía y que sus subordinados interpretaban como signo visible de servilismo y adulonería, cosa que a ellos hombres altivos e independientes, no les cuadraba.
Ni aun los maridos sabian la prision de sus esposas sino en la hora del auto de fe; i entonces solo podian darse unos á otros el último á Dios con los ojos; porque con las palabras les era vedado por aquellos monstruos de crueldad indignos de ser llamados hombres, cuanto mas sacerdotes: por aquellos monstruos mas feroces que los caribes: por aquellos que no siguiendo á la letra el Evangelio porque no lo entendian, escudados con testos teológicos que interpretaban á su placer, tenian ahogados en los corazones todo sentimiento de humanidad; i eran mas dignos de pertenecer á la clase de las fieras que á la de hombres; i aun estoi por decir que no á todas; porque el leon es animal noble, i en ellos no habia mas que el deseo de beber sangre humana, i la feroz bestialidad de los tigres i de las hienas.
Sus mujeres, sus hijos i sus haciendas todos estaban sujetos á la codicia i al odio de sus perseguidores. Las leyes favorables á ellos se daban para juzgarlos al olvido, i las adversas se interpretaban en el sentido que les eran mas perjudiciales. A cualquier punto donde volvian los ojos no encontraban mas que enemigos.
Y cuando esta naturaleza tropezaba en su desenvolvimiento con algún obstáculo que la afeaba, estos pintores, guiados por su instinto, la interpretaban, le arrancaban su secreto deseo y la ayudaban á expresar claramente lo que sólo torpe y confusamente balbucía. No es, pues, indiferente el asunto ó tema en que la pluma de un escritor se ejercite.
La compañía que cantaba en 1856 era bastante buena: las dos primas donnas, mademoiselle la Grua y madame Charton, interpretaban muy bien sus papeles, como en cualquier teatro de Europa. Despues cantó la Steffenone, que últimamente ha brillado en los Italianos de Paris cantando con grande éxito el Trovador.
Palabra del Dia
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