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De este modo les gobiernos cantonales, municipales y federal han atendido eficazmente á todos los objetos de interes comun que exigen grandes esfuerzos colectivos, al propio tiempo que los individuos han tenido siempre un vasto y libre campo donde ejercer su iniciativa y actividad personal.

El oficinista, conmovido por tales palabras, empezó á balbucear: Cuente siempre con mi admiración, señora marquesa... Yo me voy, y en realidad no me voy... Me tendrá usted en Buenos Aires... Evitó seguir hablando, por miedo á las incoherencias en que le hacía incurrir su emoción. Elena había secado sus lágrimas y le miraba ahora con interés.

Desde entonces, sus conversaciones, sus admiraciones simpáticas, y aun sus discusiones sobre literatura o historia, añadieron mayor interés a su tierna intimidad.

Continuaba Watson sus risas, y esta insistencia venció finalmente la fingida gravedad de la joven. Los dos unieron sus carcajadas; pero la señorita Rojas mostró á continuación un interés maternal, que le hizo enterarse minuciosamente de la vida que llevaba su amigo.

Los negocios resurgían en la memoria de todos con mayor premura, como si en este período de olvido hubiese aumentado su interés. Cada uno pensaba en la causa que le había arrastrado a este hemisferio.

Don Paco aparentaba aquietarse al oír tal explicación; pero en realidad no se aquietaba; y mostrando el verdadero interés que el buen nombre de Juanita le inspiraba, insinuaba que, aunque todo fuese moral e inocentísimo, convenía, a fin de evitar el qué dirán, no recibir a Antoñuelo con tanta frecuencia.

Reginaldo, que tanto interés tomaba en la política, y a menudo había ocupado un asiento en la galería de las cámaras, me mostraba los políticos que iban pasando; pero mis pensamientos estaban en otra parte, habían volado hacia donde se hallaba mi amor perdido.

Por instinto adivinaba una maniobra ofensiva por parte de los enemigos de su prima. Amargamente vituperado por Clementina, que le acusaba de no haber vigilado suficientemente á Roussel, tenía empeño en tomar un desquite. Y su amor propio, su odio y su interés reunidos le impulsaban á seguir las huellas del solterón. La noche estaba oscura y serena.

Se necesitaba, pues, que los asesinos hubieran sido impulsados por una pasión o por cualquier interés.

Podía hablar con entera franqueza, pues ya sabía el gran interés que le inspiraba todo lo de su casa. Pero doña Manuela, a pesar de su superioridad, no pudo ocultar la sorpresa que le produjo conocer la verdad. ¡Vaya con el señor de Cuadros! ¡Quién iba a imaginarse una cosa así...! Todos los hombres son lo mismo.