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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Quizá fué un análogo sentimiento de adoración á las grandes cumbres el que impulsó á los antiguos egipcios á edificar las pirámides, montañas artificiales que se levantan dominando la llana superficie de arena y légamo.
Zaragoza la inmortal, la patria de los hijos esforzados, es tambien otra ciudad importante de España que he visitado tres veces. El camino de hierro que la pondrá en comunicacion con Madrid y Barcelona, que ántes de cuatro años estará abierto al público, pues en ámbas líneas se trabaja sin descanso, acrecerá muchísimo su actual significacion y la dará nueva vida é impulso.
En vano esperó, con loca esperanza, ver a la Regenta presentarse en la capilla, por casualidad, por impulso repentino, como quiera que fuese, presentarse, que era lo que él quería, lo que él necesitaba.
Aquella casa era la solariega de los Gómez de Pomar; y bien sabe Dios la tristeza conque la vi en estado tan deplorable, más que por simpatía de parentesco, por impulso natural de hombre honrado y de buen gusto.
»Pero los hijos del Yemen han sombreado con el velo del Islam la parte mejor de la tierra, desde el Thibet hasta el Pirineo, y á impulso de la cimitarra de los fieles espiran el dragon imperial en los páramos de Sem , la escuela de Cristo en los verjeles de Japhet.
¡Miguel... que grito! exclamó ella al verle llegar, extendiendo las manos para rechazarle y queriendo huir al mismo tiempo. Había abarcado en sus brazos la parte baja del adorable cuerpo. No podía ascender más: las manos de Alicia repelían su cabeza con un impulso nervioso.
Estos deseos caprichosos desaparecieron de golpe después de la caída... si es que hubo caída. Fueron el uno del otro casi sin saber cómo, por impulso natural y fácil, sin enterarse ciertamente de cuál de los dos apuntó el primer intento y cuándo se inició la realización.
Acaso todo esto, y algo más, de lo cual no me daba yo cuenta, y que era poderoso, irresistible; secreto impulso contra el cual no podía yo luchar. ¡Y qué noches de insomnio! ¡Y qué días tan penosos!
Yo quisiera darte un consejo bien sincero sobre Adriana. No lo tomes a mal ni supongas que pueda guardarle rencor... Al contrario, me ha hecho pasar buenos momentos, me ha mirado con ojos dulces... en fin, yo no podría quejarme... ¿No puedes quejarte? dijo Muñoz, los ojos llameantes y un impulso de echarle las manos al cuello. Sentía que Castilla estaba groseramente mintiendo.
Tuve un impulso de alegría, y, acercándomele, lo cogí por el cuello y lo sacudí fuertemente. Quiso asir mi vestido, pero yo me escapé, lo que le hizo levantarse vivamente para correr tras de mí. Entonces, tranquilamente me adelanté hacia él y le dije: Bueno, ahora, ven.
Palabra del Dia
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