United States or Puerto Rico ? Vote for the TOP Country of the Week !


No me refiero á la casa fastuosa, al palacio que quisieran los ricos erigir orillas del mar: hablo de la modesta casa de las fortunas medianas. Es un arte que está por crear todavía, y todos parecen ignorarlo. Los ensayos hechos hasta ahora son copia de tipos en contradicción con nuestros climas y la vida de las costas.

Y no fué poca su suerte en ignorarlo, pues la sospecha de ello solamente le tuvo tres días en la cama, a caldo colado. Cuando se levantó, entre la montaña de cartas que se le habían aglomerado en la mesa de su despacho, halló tres que merecieron su preferencia.

Y aquella viril figura, asiendo al débil pequeñuelo, como el que se ahoga se aferra en una paja, desapareció en el tenebroso río que corre a abocarse en la inmensidad del mar. Jamás conocimos su nombre verdadero, y por cierto que el ignorarlo no causó nunca en nuestra sociedad el menor disgusto, puesto que en 1854 la mayor parte de la gente de Sandy-Bar se bautizó nuevamente.

Pocos minutos después, el señor de Castelnau entró en el salón, abrazó afectuosamente a su tío y saludó a las dos señoras con respeto. Aparentaba unos veinticinco años. Era alto, bien formado, de porte distinguido; en una palabra, un gallardo mozo; y, lo que vale más, parecía ignorarlo, porque se ocupaba siempre de los demás y nunca de mismo.

Al día siguiente asistí a una comida del llamado «gran mundo». Había muchos caballeros de frac y damas elegantemente vestidas de baile. Como en la mesa no se habló más que de noticias sociales que yo ignoraba, y de bridge, tuve que guardar un desairado silencio. En cuanto acabaron de comer, todos pasaron al salón a jugar al juego de que hablaban. Me invitaron y tuve que rehusar, por ignorarlo...

La honestidad, la castidad y hasta la inocencia más columbina, consisten en abominar de lo malo y no en ignorarlo del todo, como si no existiera.

No la encontró; y para figurarse algo parecido pensó en su reclamo de perdiz, escogidísimo regalo de Frígilis. «Si mi mujer supiera que sólo puedo disponer de dos horas y media de descanso, me dejaría volver a la cama». Pero la pobrecita lo ignoraba todo, debía ignorarlo.

Y aunque hubiesen advertido al obispo de las secretas pasiones de su sobrino, había fingido ignorarlo todo, pensando, acaso, como Molière, Que pecar en silencio no es pecar. ¿Qué camino, pues, le quedaba al pobre Arturo, que corría en pos del escándalo, como corren otros en pos de la gloria, sin poderlo alcanzar?