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Actualizado: 18 de julio de 2025


Como ocupaba la mejor habitación de la casa y pagaba cinco pesetas, se creía con derecho a mantenerse constantemente en una actitud rígida. No sólo doña Mónica y la doméstica, sino también los otros huéspedes sentían el peso de su autoridad inflexible. ¿Será aventurado el suponer que Freire en el fondo del alma despreciaba a sus compañeros?

Los huéspedes de la villa Dandolo no pensaban en regresar a sus casas. Unidos por la felicidad, como lo habían estado por la inquietud, se agrupaban alrededor de Germana, como una familia bien avenida alrededor de un niño mimado.

Me encontraba ya como á trecientas leguas del mar; pero anhelando tambien conocer las poblaciones puramente indígenas, volví mi marcha al este, hácia la provincia de Chiquitos, atrevasando el Monte-Grande, cuya espesa frondosidad cubre una extension de mas de sesenta leguas, y en donde vanamente se buscarian otros huéspedes que los animales salvages.

Aquella Clorinda, generala de mil demonios, era una verdadera mujer, que con sólo breves minutos de conversación había perturbado á Castro y tal vez acabase por quebrantar la vida dulce, sin placeres violentos pero sin tristezas desesperadas, que llevaban los huéspedes de Villa-Sirena.

Por no echar la soga tras el caldero, la triste se esforzó y cumplió la sentencia; y por evitar peligro y quitarse de malas lenguas, se fue a servir a los que al presente vivían en el mesón de la Solana; y allí, padeciendo mil importunidades, se acabó de criar mi hermanico hasta que supo andar, y a hasta ser buen mozuelo, que iba a los huéspedes por vino y candelas y por lo demás que me mandaban.

Junto á él comía con apetito el alegre exnovicio, á cuya derecha quedaban tres rudos mozos de labranza. En el rincón más apartado del hogar roncaba un parroquiano, rendido por las frecuentes libaciones á que sin duda se había entregado antes de la llegada de los otros huéspedes.

Comenzaba muy temprano la vida cotidiana en la villa termal, porque los habitantes, hosteleros de oficio casi todos durante la estación de aguas, tenían que ir a la compra y apercibirse a dar el almuerzo a sus huéspedes cuando éstos volviesen de beber el primer vaso.

El capitan que mandaba la escolta se situó en los puntos convenientes, el buen viajero se vió libre de los huéspedes habituales del bosque, pero ¡cosa imprevista! no se vió libre del capitan. El capitan de los soldados se puso en lugar de los bandidos, y el pobre Catelan fué robado y muerto.

La luz de la luna, en una habitación que nos es familiar, dando de lleno en la alfombra y dejando ver con toda claridad las figuras en ella dibujadas, y haciendo igualmente visibles todos los objetos, por pequeños que sean, aunque de un modo diferente que á la luz de la mañana ó del mediodía, es la situación más apropiada para que un novelista entre en conocimiento con sus huéspedes ilusorios.

Roger conociendo el tiempo, satisfizo los huéspedes, pagando todo lo que habian gastado en mantener los soldados, y no quiso se les descontase de su sueldo; y así les quedó libre el dinero de las cuatro pagas, que luego les dió, y tomando Roger sus libros de las raciones y cuentas, donde constaba de los gastos excesivos que los soldados habian hecho, los quemó en la plaza pública de Cizico, con que quedaron todos obligados y agradecidos á su liberalidad.

Palabra del Dia

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