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Porque si has mirado en ello, más de una vez habrás visto que me he vestido en los lunes lo que me honraba el domingo. Como el amor y la gala andan un mesmo camino, en todo tiempo a tus ojos quise mostrarme polido. Dejo el bailar por tu causa, ni las músicas te pinto que has escuchado a deshoras y al canto del gallo primo.

Apénas decia quatro palabras; interrumpia el segundo gentil-hombre, diciendo: Su Excelencia tiene razon. Los otros dos seltaban la carcajada en aplauso de los chistes que habia dicho ó debido decir Irax. Servidos que fuéron los postres, se repitió la cantata. Parecióle delicioso el primer dia, y quedó persuadido de que le honraba el rey de reyes conforme á su mérito.

La blusa de cutí azul dibujaba sus recias espaldas, descubriendo cuello y manos morenas; ancho sombrerón de detestable fieltro gris honraba su cabeza, monda y lironda ya por obra y gracia del barbero. Una hermosa tarde estival aguardaba a Amparo muy ufano, porque en los bolsillos de la blusa le traía melocotones, adquiridos en la plaza con sus ahorros.

Fijábase únicamente en las distinciones con que se le honraba en aquella alta región. El ministro le pasaba la mano por el lomo; le llamaba «mi excelente don Simón», y hasta le daba un cigarro o se le pedía; y los porteros del Ministerio, esos proverbiales cancerberos, bruscos y desabridos hasta la ferocidad con todo simple mortal, con él se descoyuntaban a reverencias y cortesías.

Ahora no estaba sólo en calidad de público; en todas las faltriqueras había abonados, y en la de los tertulios de Cascos se destacaba la respetable personalidad del Gobernador militar, que honraba a aquellos señores aceptando un asiento en lo oscuro. Reyes se sentó en primera fila, y en cuanto Mochi miró hacia el palco, le saludó con el sombrero.

¡Como que las mujeres de la buena sociedad no cuestan tan caras como nosotras! exclamó Marieta. Pregunta á Maugirón cuánto ha pagado en casa de Doucet y en casa de Worth cuando le honraba con sus favores la hermosa señora de... ¡Nada de nombres propios! interrumpió Maugirón.

Pintó luego una obra que se ha perdido: la Expulsión de los moriscos. La intolerancia popular, la adulación de los cronistas y la propia superstición, harían creer a Felipe IV que aquel acto impolítico y cruel era lo que más honraba la memoria de su padre, y quiso eternizarlo. Miradas las cosas con imparcialidad, es disculpable que el Rey pensase así.

Sin embargo, algunos días después he sospechado por el aumento de miramientos con que me honraba la señora de Laroque, que mi respetable amiga le había transmitido mi confidencia.

Á propuesta del gobernador, en medio de la mas viva, entusiasta y prolongada aclamacion, se confirmaron al Libertador los poderes de que hasta alli habia estado investido; y lleno este de gozo, dirigió frases, de gratitud al pueblo venezolano por la confianza con que lo honraba.