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Actualizado: 23 de mayo de 2025
Si continuáis así, señora, os vais á poner flaca y fea. ¿Os he hecho yo algún daño, Manuel? dijo la joven, á quien no se ocultaba lo que había de agresivo é intencionado en las palabras del bufón. ¡Daño! ¡á mí! yo no me enamoro, y vos no sois mala: si alguna vez me hiciérais daño me vengaría. ¿Y á qué ese empeño de hacerme oír lo que no me agrada? Cumplo con un encargo.
Trató de sonreír a la vez que balbucía un agradecimiento; pero, a pesar de sus esfuerzos, podía leerse en su fisonomía una inquietud cruel. Me imagino que teméis perder vuestro empleo después de la partida de Elena; estáis equivocada, Marta; he convenido con Mathys que permaneceréis en Orsdael hasta vuestro casamiento, y aun después, si así lo queréis. Me agradaría mucho que hicierais esto último.
Me gustaría mucho, papá, que nosotros también tuviéramos un jardín con margaritas dobles; como el de la señora Winthrop dijo Eppie cuando entraron en la callejuela . Lo malo es que dicen que eso exigiría mucho trabajo para cavar y traer tierra buena... y vos no lo podríais hacer, ¿verdad, papá? En todo caso no me gustaría que lo hicierais, porque sería un trabajo demasiado penoso para vos.
Vos me pareceis hombre discreto, le dixo, y si me hiciérais el favor de venir hasta mi casa, y exâminar mis asuntos, estoy cierta de que me sacaríais del cruel apuro en que me veo. No tuvo reparo Memnon en acompañarla, para examinar con madurez sus asuntos, y darle buenos consejos.
Así es, que habiéndose puesto de pie el señor Ginés de Sepúlveda para despedirse en el punto en que tuvo pendiente otra vez de su cuello aquella malhadada medalla, que si no la tuviera en su vida en aquellos aprietos de amor no se hallara, ni penitenciado ni castigado por el Santo Oficio se viera, díjole: No tan pronto, señor mío; sentaos otra vez, yo os lo ruego, que puesto que haya persona que mida el tiempo que en mi casa permaneciereis, aunque este tiempo se alargue, bien podrá creer que en la larga y severa reprensión que os mandaron me hicierais vos le empleasteis; y yo tengo que preguntaros algunas cosas, que para mí son de mucho momento, y no dejéis de decírmelas si las sabéis, aunque no sea más que por esa entrañable afición que decís tenerme.
Habiéndola hecho confesar Zadig que se quemaba por el que dirán y por mera vanidad, conversó largo rato con ella, de modo que le inspiró algun apego á la vida, y cierta buena voluntad á quien con ella razonaba, ¿Qué hiciérais, le dixo en fin, si no estuviérais poseida de la vanidad de quemaros? Ha, dixo la dama, creo que os brindaria con mi mano.
Palabra del Dia
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