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Actualizado: 4 de julio de 2025
Póstuma o no póstuma, tuvo una niña preciosa, a quien dieron en la pila bautismal el mismo nombre que a su madre. El vulgo añadió después al nombre el mismo epíteto, por donde esta niña, que será la principal heroína de nuestra historia, vino a ser apellidada Juanita la Larga.
Mucho queremos nosotros a Pepita; pero la verdad es antes que todo, y la hemos de decir, aunque perjudique a nuestra heroína.
Para torcer el curso de la conversación, habló de los peligros que la habían amenazado en sus viajes. Necesitamos ser valientes... La doctora, tal como la ves, es una heroína... Ríete; pero si conocieses su arsenal, tal vez te infundiese miedo. Es una científica. La grave señora experimentaba una repugnancia invencible por las armas vulgares.
En el orgullo hay mucho de egoísmo, mientras que la humildad es toda devoción y abandono. Y sin embargo, ¿cómo negar que un orgullo bien dirigido es causa a veces de altas virtudes y de honrada conducta? Sea como sea, no debemos ocultar que nuestra heroína era muy orgullosa. Quien esto escribe no tiene manías o predilecciones aristocráticas.
Y creyendo salvar á Julî la hacía leer y releer el librito de Tandang Basio Macunat recomendándola fuese siempre á verse con el cura en el convento, como hacía la heroina que tanto ensalzaba el fraile, su autor.
Los caracteres de los personajes están fielmente copiados de la realidad. Casi todos son verdaderos y consistentes, y, si no moralmente muy bellos, salvo el de la pobre jorobada chucha, agradables y simpáticos, y pecando más por debilidad que por maldad. La heroína Lully nos inspira compasión y cariño.
El revoloteo de la negra amazona de la heroína servía de bandera a los batallones de zuavos, tropa de aventureros franceses, alemanes e italianos, detritus de todas las guerras del globo, que encontraban más grato seguir a una hembra ganosa de notoriedad que engancharse en la Legión extranjera de Argelia.
La examiné con tanta atención, cuanto que la suponía, como era cierto, la heroína de la historia de amor que iba a desenlazarse esa noche, según me anunció el cura. Tenía como veinte años, y era alta, blanca, gallarda y esbelta como un junco de sus montañas.
No hay más hipocresía en los demás países: hay menos ingenio, aplicado á dar encanto á los goces ilícitos, á dar esplendidez á la sensualidad que se embriaga. Hay más ignorancia cuando se trata de llamar á la imaginacion para que haga de una ramera un personaje, una heroina, casi una gloria, una celebridad. Hay menos talento en hacer de un vicio una aristocracia.
Ni rastros quedaban en ella de la hija mayor de don Aquiles, de aquella muchacha esbelta, más graciosa que bonita, soberbia heroína de un drama de amor.
Palabra del Dia
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