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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Con este soplar incesante y adecuado, la llama de Osorio tomaba cada vez más incremento. Ya no era poderoso por más tiempo a guardarla en el pecho. Al cabo se confió a su hermana, que era amiga bastante íntima de la joven. Rogóla que tantease el terreno a ver si podía avanzar de nuevo el pie sin peligro de precipitarse. Mariana dió el recado.
PANTOJA. Porque en mí tendrá usted un amparo, un sostén para toda la vida. Inefable dicha es para mí cuidar de un ser tan noble y hermoso, defender a usted de todo daño, guardarla, custodiarla, dirigirla, para que se conserve siempre incólume y pura; para que jamás la toque ni la sombra ni el aliento del mal. Es usted una niña que parece un ángel.
Esa bolsita, cuyo contenido jamás vi, ni supe lo que era, la llevó siempre consigo, ya en su bolsillo, ya pendiente del cuello, desde que vino a su poder, muchos años ha. En todos sus trajes tenía un bolsillo especial para guardarla, y de noche la colocaba en un cinturón, hecho también especialmente para el objeto, que usaba bien ajustado a la cintura.
A ella vivía enteramente consagrado don Gaspar: sólo para guardarla y protegerla quería que Dios le prolongase los días. No era hermosa ni siquiera bonita, y habiendo de ser extraordinariamente rica, quedaba su porvenir a merced del primer hombre que movido de ruin codicia se fingiese prendado de ella.
La fruta de la rima se asemeja al melón, es sana, nutritiva, agradable al paladar y susceptible de larga conservación con solo cocerla y guardarla en lugar seco. A la rima se la conoce con el nombre del árbol del pan, y no se puede dar un calificativo más adecuado y preciso.
No soy yo quien te ha vencido, sino el demonio que ahogaba a los impuros novios o amantes de la que fue luego mujer de Tobías, a fin de guardarla entera para él. Sin duda, don Paco, que es muy devoto de San Rafael, Patrono de Córdoba, halló al tal demonio en el desierto en que ha estado, y con el auxilio del arcángel le desató y le envió a esta casa para que me defendiese.
Debieran los griegos acordarse lo que les costó pocos años antes no guardarla á los nuestros, pues estaba á pique de perderse el imperio griego, si los Catalanes, y Aragoneses tuvieran algun príncipe que les alentára.
Verdaderamente, tan extraño era el tenor en que estaba escrita esa carta, que, con aprobación de Reginaldo, resolví guardarla y hacer algunas averiguaciones.
Palabra del Dia
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