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El miedo fue el secreto resorte de las tiranías; el miedo fue el resultado de las supersticiones religiosas de la Sociedad Colonial, encarrilada en la obediencia habitual por el miedo crónico o consuetudinario a gobernantes de derecho divino, consagrados por el tiempo y por la Iglesia, que cesaron de improviso por la revolución y fueron reemplazados por directores accidentales que se aprovecharon del antiguo espíritu supersticioso.
Sólo aceptamos como gobernantes á las mujeres que saben realizar el mismo milagro que realizaban en tiempos del despotismo masculino ciertas esposas á las que daban sus esposos poco dinero y no obstante mantenían su casa con un aspecto de abundancia y de regocijo.
Con mucho gusto, amigo mío, y me parece que se alegrará Vd. en extremo, después de todo lo que ha padecido Vd. entre los salvajes, dijo el narrador, de encontrarse en fin en una tierra donde la iniquidad se persigue y se castiga en presencia de los gobernantes y del pueblo, como se practica aquí, en nuestra buena Nueva Inglaterra.
Esto prácticamente lo ven los gobernantes á los primeros pasos que dan en el terreno de las mejoras.
¡Cómo! ¿No sabe Vd., exclamó el capitán del barco, que el médico de esta plaza, Chillingworth como dice llamarse, está dispuesto á compartir mi cámara con Vd.? Sí, sí, Vd. debe saberlo, pues me ha dicho que es uno de la compañía, y además íntimo amigo del caballero de quien Vd. habló, de ese que corre peligro aquí en manos de estos viejos y ásperos gobernantes puritanos.
En todos los tiempos el servilismo de los gobernados ha sido particularmente grato a los gobernantes y recompensado especialmente por éstos, y en todos los tiempos se ha brindado a los potentados imaginarios con el manjar más apetecido por los potentados reales.
Uno de los titulados «generales», un indio, se ha fortificado en el territorio de mis minas y desde allí desafía á los gobernantes de la capital. Me dicen que todos los meses saca medio millón de francos en barras de plata.
Interpretando la conducta de Ester como una apelación de esta naturaleza, la sociedad se hallaba inclinada á tratar á su antigua víctima con mayor benignidad de la que ella misma deseaba ó tal vez merecía. Los gobernantes de aquella comunidad tardaron más tiempo que el pueblo en reconocer la influencia de las buenas cualidades de Ester.
Se cuenta con una numerosa clase ilustrada dentro y fuera del Archipiélago, clase creada y aumentada cada vez más y más por la torpezas de ciertos gobernantes, obligando á los habitantes á expatriarse, á ilustrarse en el extranjero, y se mantiene y lucha gracias á las excitaciones y al sistema de ojeo emprendido.
Y al mismo tiempo veia la consecuencia lógica del espíritu reglamentario, en esa disposicion que tienen los pueblos á imputar la causa de su pobreza y todos sus males á los gobernantes. El pueblo español no es perezoso por carácter. Es que las instituciones de muchos siglos, privándolo de su personalidad, le han hecho perder todo hábito y aún todo instinto de iniciativa.
Palabra del Dia
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