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Actualizado: 23 de mayo de 2025


Resolví, pues, detenerme en Zenda, pequeña población a quince leguas de la capital y a cinco de la frontera. El tren en que yo iba, llegaba a Zenda aquella noche; podría pasar el día siguiente, martes, recorriendo las cercanías, que tenían fama de muy pintorescas, dando una ojeada al famoso castillo e ir por tren a Estrelsau el miércoles, para volver aquella misma noche a dormir a Zenda.

¡Que nadie toque á ese hombre! decía . Ninguna mano humana debe ofenderle. Supondría, en caso de agresión, que yo ó el gobierno habíamos dado la orden. ¡Lo declaro sagrado!... Y escuchándole, pensaba que, si mi protector quería declararme «sagrado» con la misma voz y poniendo los mismos ojos, consideraría oportuno tomar el primer tren que saliese para la frontera de los Estados Unidos.

Esto supuesto, para que la gente esté segura en nuestras guardias, fuertes y fortines, basta que tengan un cuadrilongo de simple estacada, porque no lo han de romper bolas ni lanzas, mucho menos defendiéndolas con armas de fuego. Todos los fuertes de la frontera del Paraguay no son mas de lo dicho, ni aun la mitad, como V. E. no ignora.

Nuestros contemporáneos ciertamente no lo habían olvidado cuando vieron traspasar la frontera el estandarte naturalista, que no significaba más que la repatriación de una vieja idea; en los días mismos de esta repatriación tan trompeteada, la pintura fiel de la vida era practicada en España por Pereda y otros, y lo había sido antes por los escritores de costumbres.

Eran los pobladores de aquellas islas a modo de los ejércitos destacados largos años en una frontera, que acaban por crear ciudades y producir generaciones aparte. El Mar Tenebroso, violado por estos intrusos en su huraña soledad, iba librándoles a regañadientes, poco a poco, el secreto de sus lejanos horizontes inexplorados.

Dicho queda que las grandes justas de Burdeos, para las cuales era estrecha y de todo punto inadecuada la plaza frontera á la abadía de San Andrés, se celebraban extramuros, en la vasta llanura inmediata al río.

La voz suena respetuosa y tímida, pero sus manos y sus ojos son confianzudos y tiernos. Habla con ella lo mismo que si fuese una comadre llorosa de su barrio, abrumada por una noticia fatal. Decididamente la guerra ha trastornado todas las organizaciones. Los socialistas son ministros y los viejos obreros revolucionarios acarician las manos de las duquesas que lloran. Nos aproximamos á la frontera italiana. Veo el chamberguito con pluma de gallo y el ferreruelo gris de los cazadores alpinos. El tren refrena su marcha ante las primeras casas de la estación de Mod

En 1878 arreglaron los Estados Unidos la cuestión de límites entre la Argentina y el Paraguay en la controversia de fronteras entre la Argentina y el Brasil sirvió de arbitro el presidente Cleveland, en 1895; y en 1902, fué la corona británica quien decidió sobre la ardua cuestión de la frontera meridional entre la Argentina y Chile.

A las cuatro de la mañana marchamos, hasta las cuatro de la tarde que llegamos á la Guardia de la Frontera de Lujan, habiendo caminado 10 leguas por el ENE. Toda nuestra marcha fué por el camino de Salinas, cuyo terreno es llano con algunas lomaditas, los pastos regulares.

Digo esto porque desde la frontera hasta Bayona encontré doce ó catorce mendigos que desde la carretera misma imploraban la compasion del viajero; esto por lo que se refiere á la organizacion del sistema de las casas de caridad pública; respecto á lo de las formas, dos veces nos pidieron los pasaportes, y dos veces fué detenida la diligencia desde la frontera hasta Bayona en cuya ciudad nos hicieron entregarlos de nuevo á las mismas puertas.

Palabra del Dia

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