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Actualizado: 30 de junio de 2025
En su proa y en su popa tenía sendas bombardas, y tres falconetes en cada costado. Estrecho era el barco de babor a estribor, y la longitud de su eslora hacía que hendiese rápidamente las olas a impulso de los treinta remos que llevaba en cada banda. Lorenzo Fréitas no dudó ni un instante de que aquella nave era de corsarios argelinos.
Pronto llegó al puerto de Goa la nave de Morsamor: este y Tiburcio, muy orondos y satisfechos de la gloria militar que habían adquirido; el piloto Fréitas no menos pagado del aumento de su crédito como hábil navegante, y contento el señor Vandenpeereboom de las compras y ventas que iba haciendo y que pensaba hacer, aprovechándose de los triunfos y sin perder las buenas ocasiones.
En vista de tan unánime concordancia de pareceres, Morsamor dispuso que se navegase hacia Chaul, y así lo hizo Fréitas, con todo el cauteloso esmero que convenía para esquivar el encuentro de superiores fuerzas contrarias y para acudir en la más oportuna sazón a dar a los amigos inesperado socorro.
El piloto Lorenzo Fréitas y el mismo Morsamor, que en el retiro de su convento había estudiado y aprendido no poco de la náutica y de la cosmografía, conocidas entonces, no habían dejado de hacer sus observaciones y sus cálculos y sabían que habían pasado la línea equinoccial, y que iban navegando con viento favorable y con rumbo al sureste.
Así se lo decía Lorenzo Fréitas, piloto de la nave, que tenía más de sesenta años, que había navegado mucho y que había hecho ya otros dos viajes de ida y vuelta a la India. Pronto Lorenzo Fréitas trabó amistad íntima con Tiburcio y se ganó el afecto y la confianza de Morsamor y de las damas aventureras.
Para tratar sobre este punto, Morsamor llamó a consejo una mañana al piloto Fréitas, al administrador Vandenpeereboom y hasta a Fray Juan de Santarén y al amigo Tiburcio, con cuyos pareceres quería asesorarse. Por noticias que en Sofala y en Melinda le habían llegado, Morsamor sabía que los negocios de Portugal en la India andaban harto revueltos.
Y hemos aspirado y aspiramos todavía a que, así como se nos reveló el misterio del Mar Tenebroso, por la persistente violencia que sobre él ejercimos, se nos revelen también la magnitud y estructura de la tierra, y después todo el artificio y la máquina del Universo, con las leyes de su movimiento y vida. En verdad dijo Fray Juan de Santarén el señor Fréitas tiene razón que le sobra.
Esa dijo Lorenzo Fréitas a nuestros cuatro aventureros es la isla de Madera, descubierta por Juan Gonzalves y Tristán Vaz en tiempo del glorioso Infante Don Enrique, instigador y fundador de nuestras grandes empresas marítimas, hoy tan en auge.
Gastón Vandenpeereboom, pero disimiló su enojo por vergüenza y no quiso vengarse, al menos por lo pronto. El piloto Lorenzo Fréitas dirigió la nave con habilidad pasmosa, aprovechando la monzón favorable del sud-oeste, y, con mayor rapidez que la ordinaria, cruzó el Mar de la India hasta hallarse ya, según sus cálculos, a cuatro o cinco días de distancia del puerto de Goa.
Palabra del Dia
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