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Actualizado: 9 de junio de 2025
Eran los aristócratas de esta parte del buque, que, aislados en su altura, miraban con desdeñosa conmiseración al rebaño de abajo y con envidia revolucionaria a los del castillo central. Filas de ropas puestas a secar se balanceaban en la explanada sobre los grupos de cabezas.
Se mantienen con los codos apretados para que nadie pueda entrar en su grupo. Recuerdan a los pingüinos del Polo Sur, esos pájaros bobos que sólo pueden vivir ala con ala formando filas en las aristas de las rocas.
Se formaron en dos filas los jornaleros, y guiados por el señor Fermín, emprendieron una marcha lenta, viña abajo.
Más tarde fué reclutado para el ejército de los Andes, y enrolado en Granaderos a caballo; un teniente García lo tomó de asistente, y bien pronto la deserción dejó un vacío en aquellas gloriosas filas.
Pero tenía comprometida la mitad de su fortuna, acaso toda ella al día siguiente, en un negocio cuya única garantía era la conservación del Ministerio que le había metido en el ajo; Ministerio a la sazón tan inseguro por las deserciones ocurridas en sus filas, que un solo voto de más o de menos podía salvarle o perderle. ¿Cómo votaba él con la oposición?... No vaciló siquiera.
Desarmáron primero á Candido y á Cacambo, y les cogiéron sus caballos andaluces; introduxéronlos luego entre dos filas de soldados, al cabo de las quales estaba el comandante, con su bonete de Teatino puesto, la espada ceñida, la sotana remangada, y una alabarda en la mano: hizo una seña, y al punto veinte y quatro soldados rodeáron á los recienvenidos.
Nada faltaba: era la imagen completa de la nación; todo parecía haberse concentrado en esta cara monumental de la gran villa. Abajo, en la Virgen del Puerto, sonaba el redoble de unos tambores; y Maltrana veía entre los árboles cómo marchaban al compás de las cajas los soldados nuevos, cual filas de hormigas, aprendiendo a marcar el paso.
El teniente, que era un mancebo de veinte años, bastante simpático, dio la orden de colocarse en dos filas, dejando a los presos en el medio. Al poco rato comenzó a llover fuertemente.
A la derecha hay centeno de invierno, como de costumbre; pero a la izquierda, donde se plantaban en otro tiempo las patatas, hay entonces una huerta en la que se alinean gravemente, en filas regulares, los espárragos y los tallos de remolacha.
Por eso amo las páginas que siguen, las cuales reflejan algunos de esos dolores intensos y de esos momentos solemnes de la última revolucion contra el tirano de nuestra patria, tiranía que, para honor de nuestro culto, no ha contado un solo poeta entre sus filas.
Palabra del Dia
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