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Actualizado: 29 de julio de 2025


Después es cosa de ver las fiestas y alegrías que hace el pueblo al tiempo de su vuelta, y la caridad y amor con que reciben á sus nuevos huéspedes, aunque sean antiguos, implacables enemigos suyos, mueven á devoción y á lágrimas á los Padres.

A pesar de mi severidad, no pude menos de admirarme de la finura del Rey Nanar, y confesé, allá en mis adentros, que era la persona más comm'il faut que había yo tratado en mi vida. El Rey me alojó en su alcázar, me dio fiestas espléndidas, y me distrajo de tal suerte que casi me hizo olvidar el objeto de mi misión.

En su temple de jamona fresca, con su aprovechada experiencia, su buen gusto y claro ingenio, necesitaba algo de más jugo, de más substancia que aquella insípida y continua exposición de mujeres frívolas y de hombres mentecatos, cargados de perifollos; fiestas en las que, tras de costarla un sentido, todos se divertían menos ella.

Y acontecía, que habíase olvidado Cervantes de Margarita como si nunca la hubiese visto, y que para su corazón y su memoria no existía otra cosa que la muerta doña Guiomar. Entretúvose don Juan de Austria en Messina con las grandes fiestas que en honra suya se hicieron, y otrosí, ordenando y acabando de aprestar su armada, hasta que esta zarpó el día 5 de Setiembre.

Los domingos y fiestas pasaba largas horas aquí, en San Luis, arrodillada hasta que le faltaban las fuerzas... Y esa era la observación que yo quería hacer a usted: que es por demás increíble cómo, con tanta fe, ha podido hacer lo que ha hecho. El Príncipe no hablaba.

Todos dejaron escrito en la historia de su casa algún rasgo notable de tan azarosa, pero gloriosa vida. Ni Carlos III hubiese podido ajustar el patriótico Pacto de familia, ni las fiestas reales de tiempo de Carlos IV hubieran tenido tanto lustre, a no mediar en las negociaciones y toreos un Tumbaga.

Cuando el muchacho le encontraba en el claustro, pegábase a él buscando conversación, para justificar con estas pláticas su presencia en las Claverías. Luna se asombró al verle allí en tarde de fiestas. Pero ¿no va usted a los toros? le preguntó . Todos los de la Academia deben estar en la plaza.

La alegría de los ejercicios físicos, el enardecimiento ruidoso de las fiestas de la tuerza, agitaba al gentío.

No debemos pasar en silencio sus graciosas descripciones de fiestas y rústicos juegos, y los cantos interpolados en ellos á menudo, que pertenecen á lo mejor de su especie que existe en la poesía castellana.

¡Triste condición la de un pueblo que no rinde culto á la hermosura y donde el amor no se levanta sobre el egoísmo del más fuerte! El día de San Roque he asistido á las fiestas de Somahoz y regaládome con la música y el baile del país. La música es una especie de jota menos bulliciosa que las de Aragón y de una melancolía infinita.

Palabra del Dia

godella

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