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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Sobre todo, me parece que en ningún tiempo mejor que en este se pueden decir, pero con lágrimas en los ojos, aquellas divinas palabras de Cristo: Parvuli petierunt panem, et non erat qui frangeret eis, porque en la misiones, que llaman de los Chiquitos, ó de los Parvulillos, hay muchos, por no decir innumerables indios, que claman por Padres, y como ellos se explican, que les enseñen la verdadera ley.
«No es caso nuevo ni mucho menos decía . Los libros están llenos de casos semejantes. ¡Yo he leído mi propia historia tantas veces...! ¿Y qué cosa hay más linda que cuando nos pintan una joven pobrecita, muy pobrecita, que vive en una buhardilla y trabaja para mantenerse; y esa joven, que es bonita como los ángeles y, por supuesto, honrada, más honrada que los ángeles, llora mucho y padece, porque unos pícaros la quieren infamar; y luego, en cierto día, se para una gran carretela en la puerta, y sube una señora marquesa muy guapa, y ve a la joven, y hablan, y se explican, y lloran mucho las dos, viniendo a resultar que la muchacha es hija de la marquesa, que la tuvo de un cierto conde calavera?
Algunos leen buenos libros, estudian mucho, y no pueden hablar quando se ofrece, porque la memoria no les presenta con prontitud las nociones de las cosas. Estos por lo ordinario se explican mejor por escrito, que de palabra.
Hasta aquí el Sr. Bermudez, reservemos nuestra opinión para después, y veamos ahora como explican los manuscritos antiguos y las personas mas ancianas de la ciudad, la fundación y población de la moderna Teruel. Lo que acabamos de narrar aparece confirmado en el M. S. que se conserva en la Biblioteca de la Academia de la Historia, Colección del P. Traggia, t.
V. La Egloga á la muerte de Doña Isabel de Urbina, por D. Pedro Medina de Medinilla, entre las poesías que siguen á La Filomena, y el verso citado antes, de la Egloga á Conde, cuyas palabras, hasta que en Alba fué mi noche obscura, se explican y completan mutuamente. Así se deduce de un soneto y de un epigrama latino, que se encuentran en Las Rimas, de Lope de Vega.
Nostradamus confirma esta presunción al expresarse así, hablando del juglar Nouës: «Era buen cómico, y cantaba en los palacios de los grandes señores, andando á un lado y á otro, haciendo gestos significativos, moviendo su cuerpo, modulando diversamente su voz, y dando á conocer en todas sus acciones que era un verdadero cómico.» Aunque Nostradamus no merezca en todo crédito, parece verosímil que sea fiel intérprete de las tradiciones que se conservaban acerca de las costumbres de los cantores provenzales, pues á no ser así no se explican tales descripciones.
Para formar una idea exacta de la literatura dramática de esta época, y conocer á fondo cuanto se refiere á ella y al teatro profano, debemos hablar también de ciertas producciones de forma dramática, denominadas libros morales ejemplares, que, á imitación de La Celestina, se escribieron en abundancia en los siglos XVI y XVII . La extraordinaria extensión de estas obras deplorables se oponía á que se representasen en el teatro; y si bien este defecto era común también á su modelo, faltábanles, en cambio, otras bellezas, que nos explican el influjo directo que ejerció en el teatro español, como su diálogo natural, aunque no desaliñado, y sus situaciones y aislados rasgos dramáticos.
Estando en estas disposiciones, llegó nuestro campo á orillas de rio Bueno, en donde la noche de su llegada tuvo aquel tan notorio ataque, que habiendo oido los españoles de la laguna en el silencio de la noche, á la inmediacion de la ciudad, los tiros de los pedreros y esmeriles, salieron á los dos ó tres dias con 300 hombres, segun los indios se explican y tiraron derechos para rio Bueno.
Hoy no se explican las rápidas conquistas de los muslimes y la difusión del Imperio del Islam, desde la India y las fronteras de la China hasta más allá por el Norte de los Pirineos, y por el Occidente hasta las olas del Océano, donde entró Ocba a caballo y la cimitarra en la diestra para dominarlas en nombre del profeta Mahoma.
Por lo dicho se explican las visitas de Antoñona a D. Luis, sus palabras, y hasta los feroces, poco respetuosos y mal colocados pellizcos, con que maceró sus carnes y atormentó su dignidad la última vez que estuvo a verle. Pepita, no sólo no había excitado a Antoñona a que fuese a D. Luis con embajadas, pero ni sabía siquiera que hubiese ido.
Palabra del Dia
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