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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Excepto la unidad de la conciencia, nada encontramos en nosotros que sea uno: muchedumbre de ideas, de percepciones, de juicios, de actos de voluntad, de impresiones las mas varias; esto es lo que sentimos en nosotros; multitud en los seres que nos rodean ó si se quiere en las apariencias; esto es lo que experimentamos con relacion á los objetos externos. ¿Dónde están pues la unidad y la identidad, si no se las encuentra ni en nosotros, ni fuera de nosotros?
Todos experimentamos que en nosotros hay dos hombres; uno inteligente, activo, de pensamientos elevados, de deseos nobles, conformes á la razon, de proyectos arduos y grandiosos; otro torpe, soñoliento, de miras mezquinas, que se arrastra por el polvo cual inmundo reptil; que suda de angustia al pensar que se le hace preciso levantar la cabeza del suelo.
Todavía mas: experimentamos á cada paso que una perspectiva excelente de la cual no teníamos noticia, vista á la correspondiente distancia nos causa ilusion, y nos hace tomar por objetos de relleve los que en realidad son planos. La sensacion no es errada; pero sí lo es el juicio que por ella formamos.
. Véase pues cuán sin fundamento se apela á la experiencia para combatir la existencia de una causalidad corpórea, y cuánto mas acordes van con dicha experiencia los filósofos que otorgan á los mismos cuerpos una actividad verdadera. Es indudable que concentrando la atencion por medio de un acto libre de la voluntad, experimentamos una produccion de imágenes y de ideas.
Nuestras ideas se hallan en este caso, pues ni se identifican con los objetos ni los causan. Nos es imposible saber si á mas de esa fuerza representativa que experimentamos en nuestras ideas, existen substancias finitas capaces de representar cosas distintas de ellas y no causadas por ellas.
Tales entrañas de caridad experimentamos también nosotros cuando le gozamos en el oficio de Provincial; era muy liberal, humano y afable con sus súbditos, guardando con ellos la gravedad precisamente necesaria para ser obedecido; y todos, no solamente le amaban por su agradable trato, por el candor de sus inocentes costumbres y por una singular é inseparable sinceridad, con que tenía el corazón en los labios, y el alma patente en el rostro, mas también le reverenciaban como á Santo; de que dieron muy claras muestras, cuando asaltado de una lenta calentura, con otras enfermedades poco á poco le condujo al término de sus días.
Pero voy á decir dos palabras acerca de las impresiones que sentí en las orillas pintorescas del Ródano, porque es indecible el consuelo que mi alma experimenta al hablar del campo. El campo es el santuario de la naturaleza, el templo de Dios. En la Provenza experimentamos lo que sentimos en las playas de Génova, en las cercanías de Roma, en los campos de Nápoles, en las selvas de Andalucía.
De la existencia no se puede inferir la necesidad; el testimonio de la conciencia se limita á cerciorarnos del hecho; pero en esta misma conciencia no encontramos ningun indicio de que este hecho sea necesario, de que no haya dependido de un agente superior; muy al contrario, el sentimiento de nuestra debilidad, la brevedad del tiempo á que se extienden los recuerdos de nuestra conciencia, la interrupcion natural y periódica que en ella experimentamos durante el sueño; todo manifiesta que el hecho de la conciencia no es necesario, y que el ser que lo experimenta ha comenzado de poco tiempo atrás su existencia, y que podria perderla, siempre que dejase de conservársela el ser infinito.
Niéganos un dia un favor que le pedimos, no se interesa bastante por la persona que le recomendamos, recíbenos alguna vez con frialdad, nos responde con tono desabrido, ó nos da otro cualquier motivo de resentimiento. Desde aquel instante experimentamos un cambio notable en la opinion sobre nuestro amigo; tal vez una revolucion completa.
Una cosa que no es ningun color, sino que se presta á tenerlos todos; que no es ninguna calidad de las que experimentamos, sino el sujeto causa de todas ellas; que no es ninguna figura, sino que puede acomodarse á todas; que no es la extension pura, pues esta es una abstraccion, y aquello es un ser que sirve como de fondo á las demás cosas; un objeto corpóreo, que en sí, no puede afectar ningun sentido, ¿que será? ¿No parece una cualidad oculta de los peripatéticos, un ser misterioso, fantástico, una mera ilusion?
Palabra del Dia
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