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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Nuestro militar sabe todo esto; pero sabe también que toda regla tiene excepciones, y que la edad de quince años es la edad de las excepciones; pasa, pues, rápidamente al lado de la niña con una sonrisa, mitad burlesca, mitad compasiva.
Entre nosotros, por regla general, los ministros están solos, pues los empleados, en vez de ser cooperadores de confianza, son meros escribientes, salvo, bien entendido, honrosas excepciones.
Gabriel, salvo raras excepciones, no encontraba en aquellas bandas mal armadas y peor vestidas quien pelease por un ideal determinado.
Probablemente, como ofrenda de paz, limpió todas mis botas, deber que nunca le había exigido, incluyó en el obsequio un par de zapatos y unas inmensas botas de montar, todo de piel de ante, sobre las cuales tuvo ocasión de expiar durante dos horas sus remordimientos. He hablado de su honradez como cualidad más inteligente que moral, pero recuerdo dos excepciones.
Yo me atreví a apuntar que había excepciones, pero no fue posible hacérselo reconocer. ¡Qué rato tan delicioso y tan infernal a la vez, me estaba haciendo pasar aquella niña! Para llevar la conversación a otro punto, le pregunté: ¿Cuántos años tiene V.? Hasta ahora no me lo ha dicho.
Nobleza, pueblo, comercio, milicia, hombres, mujeres, talento, riqueza, juventud, hermosura, todo, con contadas excepciones, concurrió al gran acto, los más por entusiasmo verdadero, algunos por curiosidad, otros porque habían oído hablar de las Cortes y querían saber lo que eran.
No falta quien haya atribuido este resultado á la vigilancia de la policía; pero esta manera de juzgar no es la que más revela un conocimiento sazonado de las cosas. La policía, como todo hecho represivo, podrá evitar casos particulares, accidentes de localidad y de hora; no producir un caso general, unánime, con rarísimas excepciones.
No niego que habrá muchas y honrosas excepciones: no condeno la intencion virtuosa de uno ó mil individuos. Hablo de la temperatura general que, en mi juicio, tiene aquí la conciencia. Esta verdad se descubre más fácilmente en los cocheros.
Esa es la sociedad; una reunión de víctimas y de verdugos. ¡Dichoso aquel que no es verdugo y víctima a un tiempo! ¡pícaros, necios, inocentes! ¡Más dichoso aún, si hay excepciones, el que puede ser excepción!
El elemento español, volvemos á repetirlo, porque mucho importa, es lo primero en que debe fijar el Gobierno todo su cuidado. La ignorancia por una parte, antiguos hábitos por otra y confusas ideas que no concluyen de conocer las cabezas en que bullen el daño que hacen, es lo que, salvo honrosísimas excepciones, constantemente están llegando á las ricas y fértiles comarcas del Oriente.
Palabra del Dia
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