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Actualizado: 11 de julio de 2025


El techo era un portento, pues no parecía sino la convexidad de admirable gruta adornada de estalactitas, de corales, madréporas y raras especies de aquella parte del reino vegetal que con el mineral se confunden.

Sobre la superficie de las rocas que bordean la cascada, las gotas de agua forman un tenue capa de hielo y el líquido que se extiende lentamente por las fisuras de la peña se endurece en largos regueros transparentes, tan hermosos como las estalactitas de las grutas.

En el centro de uno de los claustros cantaba un chorro de agua, cayendo en profundo tazón. Era una fuente con pretensiones de monumento; una montaña de estalactitas con una cueva a guisa de hornacina, y en ella la Virgen de Lourdes, de mármol blanco; una estatua mediocre, con el relamido exterior de la imaginería francesa, que el dueño del hotel apreciaba como un prodigio artístico.

De otra parte, las estalactitas, como todas las cosas de la naturaleza, varían hasta el infinito, según la forma de la gruta, la disposición de las fisuras y la más ó menos cantidad de gotas que depositan las revocaciones calcáreas. A pesar de las obscuras tinieblas que las llenan, infinidad de cavernas se han cambiado así en maravillosos palacios subterráneos.

Modelo despues del arte africano en la peregrina decoracion de algunas de sus cámaras , fué la escuela matriz donde aprendieron aquella elegante y voluptuosa ornamentacion morisca que finge arcos de cintas rizadas, paredes de encajes y flores, frisos de estalactitas y armaduras de caprichosos lazos, los discípulos de los mudéjares cordobeses, que mas tarde construyeron sobre columnas sutiles como el pensamiento alcázares para los reyes moros de Sevilla y Granada y para los reyes y magnates semi-renegados de Castilla.

Un espectáculo fantástico, Ojeda... Al principio sólo se siente frío en los pies; luego sube y sube el maldito entre el pantalón y la pierna, y a los pocos momentos cree uno que va calzado con polainas de hielo... ¡Y qué «paisajes se ven en esas profundidades! Evocaba Isidro el recuerdo de los enormes cuartos de buey rojos y amarillos, con la grasa congelada de su goteo formando estalactitas.

A lo lejos, en el valle, se dibujaban con una limpidez extraordinaria las flechas de los abetos, los lomos rojizos de las rocas, los tejados de los caseríos, con sus estalactitas de hielo pendientes de las tejas, sus ventanillas centelleantes y sus agudos mojinetes.

Después siguió adelante, siempre a lo largo de un costado de la gigantesca caverna que cruzábamos, y nosotros lo seguimos, acercándonos cada vez más a esas ruidosas aguas, hasta que al fin nos ordenó pasar, y se puso a examinar las toscas y escabrosas murallas sobre las cuales resplandecían grandes estalactitas brillantes.

Palabra del Dia

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