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Actualizado: 10 de junio de 2025
Y siendo como él quiere, soy como yo quiero, y cuanto más le gusto más me gusto. Y así el esquife de nuestro amor marcha por el piélago de la vida, seguro de que nunca zozobrará... EL NO DE LAS NI
Amainaron entonces, y, echando el esquife o barca a la mar, entraron en él hasta doce franceses bien armados, con sus arcabuces y cuerdas encendidas, y así llegaron junto al nuestro; y, viendo cuán pocos éramos y cómo el bajel se hundía, nos recogieron, diciendo que, por haber usado de la descortesía de no respondelles, nos había sucedido aquello.
La fortaleza entre tanto nos pareció asaltada por la gente de la ciudad que Hamet había enviado contra ella. Quiso entonces don Jorge dar a la fortaleza algún auxilio, me consideró más capaz que nadie para tan arriesgada empresa, recibí sus órdenes y lancé al agua el esquife en que me habéis visto venir.
Sufrido habían los turcos una pérdida irreparable en el bajá Pertew, que acometido por don Juan de Cardona, y habiendo tomado Pablo Jordán Urbina su galera, hubo de arrojarse al mar y llegar nadando a un esquife, en que escapó. Aluch-Alí se había puesto también en salvo con todas sus galeras de Argel.
Y como se sintiesen maravillados todos de su valor y entereza, diéronle doce soldados que mandase, y con ellos combatiese en el lugar del esquife, que era el de mayor peligro.
Yo, antes de veros, era ese náufrago; el mundo, el mar tempestuoso en que flotaba á la ventura el esquife, que me sostenía, mi ingenio como cómica, mi belleza como mujer; el día en que una enfermedad me imposibilitase para la escena, ó los años destruyesen mi hermosura, estaba previsto por mí; un hospital era mi destino, sin parientes que me amparasen, sin hijos que cuidasen mi ancianidad; no había amado nunca; no creía en el amor: pero os vi; vos habéis sido para mí la ribera encantada donde pude encontrar la felicidad, el porvenir, acaso la familia, y el mundo, el mundo irritado me ha apartado de vos... bebamos al menos, don Juan, bebamos.
En tanto, la galeota que el fiero Jucef comanda, de la ensenada en demanda, que está de la roca al pié, llega, las anclas arroja y al agua lanza el esquife, que embiste en el arrecife, donde el aduar se ve.
Palabra del Dia
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