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Pongo en conosimiento á ese cuartel que el señor Anaya el día primero salió con rumbo á ese cuartel imponiéndose aserme entrega de los armamentos que tenía en su escota pues se lo mande hapedir con el coronel Eduardo Goulte, disiéndole que el no entregaba nada pues esos armamentos los necesitaba el para su marcha y ademas disiendo el que como el se hiva á poner á las ordenes de un brigadier sin camisa y sin zapato, esto que le digo en estas líneas se lo pruevo en caso que el se negara.

La voz apagada y gangosa, sin duda por las húmedas brisas de Levante, modulaban una y otra vez voces de mando, que daban por resultado quedar la escota en su cabilla á la mirada de nuestro práctico. Los contornos de la bocana de Cagraray se hacían por momentos más perceptibles.

La mesana se maneja con ostas en la pena, borriquetes en el car y caza escota que sale fuera de la popa; la cebadera corre á lo largo del botalón y se orienta como las velas cuadras con brazas y escotas.

En seguida dió un par de chupadas á una punta que halló pegada á la testera del catre, mientras se amarraba con una escota los enciclopédicos calzones á la cintura; ocultó sus greñas bajo la cúspide de un gorro catalán; y, por último, lanzóse calle abajo en busca de aventuras, osado el continente, alegre la mirada, y tan lleno de júbilo como pudiera estarlo, en un caso muy parecido, el famoso manchego, si bien, á la inversa de éste, no se le daba una higa porque la posteridad recordase ó no que ya el rubicundo Apolo extendía sus dorados cabellos por la faz de la anchurosa tierra, cuando él, perdiendo de vista su casa, comenzó á respirar los corrompidos aires de la Dársena.

Cuando éste ordenaba a la tripulación, ágil y maligna como una tropa de monos, «Larga escota», los demonios juguetones aferraban las velas del trinquete y de la mesana. Y cuando mandaba «Iza», ellos amainaban.

Entonces gritó Leto a su edecán: ¡Cornias... a virar! ¡Salta escota foque! Obedeció Cornias en el aire; orzó Leto vigorosamente, y el yacht fue virando y enderezándose, hasta ponerse horizontal como le quería don Alejandro, y, según la lengua del oficio, a fil de roda, es decir, cara a cara con el viento.

Ni gente de la mar, ni pasagero En pié estaba, y andaba gran compaña De diablos, que las velas marinaban Y la nave con fuerza se llevaban. Larga escota, el piloto les decia, Y cavan el trinquete y la mesana; Y si les dice, aiza, con porfia Amainan los traidores con gran gana.