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Hoy, que puedo disponer de tiempo, se lo dedico gustoso, aun cuando temo que no encuentre en este texto muchas noticias aprovechables para sus aficiones. Usted dirá si me equivoco.

Esta doble vida de fiebre del corazón, de fiebre del espíritu, hacían de un ser muy equívoco. Notábalo yo. Había en ella más de un peligro que traté de conjurar y creí llegado el momento de desembarazarme de un secreto sin valor para poner a salvo otro más precioso. Es singular... me dijo Oliverio. ¿A dónde te conducirá eso? Después de todo, tienes razón si ese trabajo te divierte.

Yo soñé que no debía haber nacido, ¿para qué nací?... ¡Dios se equivocó!, hízome una cara fea, un cuerpecillo chico y un corazón muy grande, ¿de qué me sirve este corazón muy grande?

Y con la terrible majestad del padre latino, señor absoluto de sus hijos, más propenso á infundir miedo que á inspirar afecto, empezó á andar seguido por la trémula Roseta, la cual, al acercarse á su barraca, creía marchar hacia una paliza segura. Se equivocó.

Si no me equivoco, data del siglo XII al XIII. La fachada no tiene particularidad alguna, ni la forma de sus torres, sus relieves, sus bastiones arqueados y todo lo demas que constituye el exterior, como remate de las capillas, obras todas que no corresponden al mérito del trabajo interior.

Si yo hubiera llegado a ser lo que no soy, consideraría que la familia de los de Bray había producido bastante, que su misión estaba cumplida, que mi hijo sólo tenía que procurarse descanso. Pero la Providencia ha dispuesto otra cosa: los papeles se han trocado. ¿Es esto mejor o peor para él? Le dejo el esbozo de una vida incompleta que él completará, si no me equivoco.

El señor gobernador no erró la pista: tan sólo equivocó la pieza, y en vez de saltar la liebre saltó un venado».

Isidora, conforme a su costumbre de anticiparse a las ideas y a las intenciones de los demás, pensaba así durante los primeros pasos: «Ahora me va a decir que parezco otra, que me he transformado desde que estoy aquí...». Pero también se equivocó esta vez, como otras muchas, porque Miquis habló de cosa muy distinta. «Me parece dijo que yo conozco a esas de Relimpio.

Hice de ella el objeto capital de mi vida, y ella no respondió a mis deseos. No me quería... Miremos las cosas desde lo alto: no me podía querer. Yo me equivoqué, y ella también se equivocó. No fui yo solo el engañado, ella también lo fue. Los dos nos estafamos recíprocamente. No contamos con la Naturaleza, que es la gran madre y maestra que rectifica los errores de sus hijos extraviados.

Ya en otras ocasiones pudo creer Jacinta que la vuelta a los deberes conyugales sería definitiva; pero se equivocó, porque el Delfín, que tenía en el cuerpo el demonio malo de la variedad, cansábase de ser bueno y fiel, y tornaba a dejarse mover de la fuerza centrífuga.