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Actualizado: 20 de junio de 2025


Obraráse para el porvenir; no se permanecerá inerte, cobijando males incurables, sino que se les prevendrá por medio de la educación, la higiene y en especial los viajes no rápidos y disparatados, perjudiciales, como los que se hacen ahora, sino hábilmente calculados, para aprovecharse de los auxilios, de las poderosas vivificaciones que por todas partes tiene en conserva la Naturaleza.

Es verdad que no profesan la nuestra; pero tienen otra que para ellos es tan buena, y leyes, educación ... y conciencia, como nosotros.... ¿Sería usted capaz de admitirlos en su casa? Lo que le aseguro á usted es que por el solo motivo de ser ingleses no los rechazaría. Pues no es esa la opinión general de Santander. Ya lo , y lo lamento.

Lo único que le traía disgustado era la mala educación y la ignorancia de su clientela, que se empeñaba en llamar á su establecimiento «boliche», como en los primeros días de su fundación, sin querer reconocer los engrandecimientos importantes realizados por su dueño, ni el rótulo de «almacén» que figuraba sobre la puerta.

He aquí dos grandes cosas que podían llevar muy lejos á esos anfibios: En ellos ya existe la mano, el órgano de la industria, el instrumento esencial para el trabajo venidero. Que se ablande y auxilie á los dientes, como entre los castores, y empezará el arte; primeramente el arte de abrigar á la familia. Por otro lado, hácese posible la educación.

Los escrúpulos y preocupaciones de una educación recibida en una república del Pacífico la hacen protestar de los escándalos de esta muchacha, que nada tiene suyo, que física y moralmente pertenece al padre, y que mira con cierta superioridad, cual si fuese una nodriza o una criada vieja, a la mulatona que la llevó en el vientre... Y el padre se conmueve y abraza a Nélida. «¡Pobrecita!

La educación en Inglaterra, y los elogios del capataz, que veía en su hijo una inteligencia casi tan grande como la de su maestro, influían en la muchacha, ingiriendo en su afecto fraternal una gran dosis de admiración. Rafael no se atrevía a hablar al padrino: le tenía miedo. Pero de Fermín lo esperaba todo, y se confiaba a él.

Este dejó en el suelo las carteras y el claque, que no se cerraba nunca, y cayó sobre las chuletas como un tigre... Entre los mascullones salían de su boca palabras y frases desordenadas: «Agradecidísimo... Francamente, habría sido falta de educación desairar... No es que tenga apetito, naturalmente... He almorzado fuerte... ¿pero cómo desairar? Agradecidísimo...».

La agricultura inglesa no tiene rival en Europa, por su irrigacion, su régimen de cultivo, la educacion de las crias, sus instrumentos de labor, sus excelentes abonos, la fecundidad del suelo, la paciente laboriosidad de los obreros y otras circunstancias.

¡Cuántas veces nuestra madre nos hablaba de la educación de este príncipe, que una revolución había desterrado de su patria, y que otra revolución debía levantar sobre su trono! No existe una fuente, una arboleda, ni un cuadro solamente en los jardines de Saint-Cloud que no conociéramos antes de haberlos visto. ¡Cuántas veces los nombraba al recordar su infancia!

Y no porque yo crea que el concepto de las virtudes más altas y la capacidad enérgica de ejercitarlas requieran educación esmeradísima y largos estudios.

Palabra del Dia

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