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Actualizado: 2 de noviembre de 2025


31 Ninguna obra haréis; estatuto perpetuo será por vuestras edades en todas vuestras habitaciones. 33 Y habló el SE

Todos los linajes y edades de los hombres, desde el niño hasta el anciano; todas las clases, desde el rey y los grandes hasta los bandidos y mozos de cordel, se mueven en sus obras en virtud de su propia fuerza, y todo personaje no es, por cierto, el representante de una clase, sino que se distingue por su carácter original, trazado indeleblemente por su imaginación.

Todas las edades y clases de los hombres acuden á consecuencia de esta convocatoria, llenando la mayor parte de la obra sus diálogos y disputas con la muerte. Los personajes son singularmente numerosos y diversos. Algunos pasajes se distinguen por su energía y elevación. La muerte vence al cabo; exhorta á los hombres á no fiarse del mundo, y anuncia la llegada del ante-Cristo.

Era Pedro Carvallo, el hombre de más violento carácter y más iracundo que hubo en Portugal en aquellas edades. Terrible era además su encono contra Morsamor, primero por natural antipatía, y después por su rivalidad en amores con doña Sol, de quien Morsamor, en cierto modo había sido harto más favorecido.

Al lado de esta y otras huellas de ferocidad, hay también documentos, de los que da cuenta el catálogo, en que conviene celebrar ciertas elegancias, primores y hasta ternuras que parecen propias de las más cultas edades.

Así es como en los desiertos de Africa y Arabia muchos ríos, considerables en otras edades, han dejado de existir: sus cauces se han llenado de arena y los indígenas sólo los conocen por los inciertos datos de las tradiciones.

Apenas ha ensayado tampoco Calderón ofrecer cuadros verdaderamente históricos de las edades pasadas de su patria.

Mas agora, ya triunfa la pereza de la diligencia, la ociosidad del trabajo, el vicio de la virtud, la arrogancia de la valentía y la teórica de la práctica de las armas, que sólo vivieron y resplandecieron en las edades del oro y en los andantes caballeros.

Pero ¿podría compararse nuestra montaña, anciano testigo de otras edades, á un volcán, monte que apenas nació ayer y que aún no ha sufrido los ataques del tiempo?

Abrió D.ª Gregoria la puerta, y penetraron en ordenada falange como una docena de personas de uno y otro sexo, y de diferentes edades y fachas, las cuales personas eran los vecinos más adictos al Gran Capitán, y además entusiastas creyentes de sus noticias, por lo cual acudían todas las mañanas cuando aquél regresaba de la oficina, con el anhelo de saciar en la fuente más pura y cristalina la ardorosa curiosidad que entonces devoraba a los habitantes de Madrid. ¿Debo detenerme en enumerar a tan dignas personas? ¿Para qué, si el lector no necesita conocer al lañador, ni al talabartero, ni tampoco a D. Roque, el arruinado comerciante, ni al Sr. de Cuervatón, ni menos a las niñas de la bordadora en fino?

Palabra del Dia

vengado

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