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Actualizado: 1 de junio de 2025
Siendo de notar que cuanto menor supongamos la diferencia entre las dos sensaciones, menos viva será la percepcion de su dualidad, y por tanto menos notable la coincidencia en que se funda el juicio.
Con este sistema no solo existe la dualidad ó mas bien la pluralidad en los actos, sino en el mismo yo; porque ese yo es un acto, y los actos se suceden como una serie de fluxiones desenvueltas hasta lo infinito.
Además, aun cuando la reflexion tenga por objeto algunas veces el pensamiento en general, ni aun entonces la dualidad desaparece: el acto subjetivo es en tal caso un acto individual, que existe en determinado instante de tiempo, y su objeto es el pensamiento en general, es decir, una idea representante de todo pensamiento, una idea que envuelve una especie de recuerdo confuso de todos los actos pasados, ó de eso que se llama actividad, fuerza intelectual.
Aun cuando por un esfuerzo de reflexion nos tomamos por objetos á nosotros mismos, la dualidad aparece; si no existe la fingimos, pues sin esta ficcion no alcanzamos á pensar. Cuando la inteligencia se vuelve sobre sí misma, no ve su esencia, pues no le es dada la intuicion directa de sí propia; lo que ve son sus actos, y á estos toma por objeto.
Ella abandonaba su cabeza en uno de sus hombros, se apelotonaba, como si implorase su dominación; pero siempre al aire libre. Apenas intentaba carruaje, madama le repelía vigorosamente. Una dualidad contradictoria parecía inspirar sus actos. Todas las mañanas despertaba dispuesta al vencimiento final.
Dualidad de relacion en todo acto de inteligencia. Dilema contra la filosofía del yo. Reflexion fundamental del sistema de Fichte. Su método erróneo. Aserciones gratuitas. Acto primitivo. Reflexiones. Acto indeterminado. Esterilidad de la doctrina de Fichte para encontrar el primer principio. A qué se reduce el aparato de su análisis. Fichte y Descartes. Ventaja del filósofo francés.
Y existe en su espíritu, en cuanto a legítimo orgullo, cierta dualidad: suele gloriarse a veces de su rancio abolengo y timbres hispánicos; y otras, en cambio, envanécese del justo honor dimanado de sus ascendientes patricios.
Era el andrógino de las remotas leyendas, hombre y mujer a un tiempo; la personificación del verdadero amor, que domina la sed de nuevos deseos, desconoce la curiosidad que inspira lo extraño y anhela confundirse con el ser que ama, hasta suprimir toda dualidad y que los dos sean eternamente uno solo. Y Teri era así.
Si hay unidad, sí hay completa identidad, entre el sujeto y el objeto, ¿cómo es que los dos se nos ofrecen cual cosas distintas? de la unidad ¿cómo sale esta dualidad? de la identidad ¿cómo puede nacer la diversidad?
Una frase que no había recordado nunca cruzó ahora su pensamiento: «El caballero debe ser bueno y no abusar nunca de su fuerza.» Estaba seguro de que su padre le había dicho esto siendo él niño... Pero á continuación, la dualidad que existía en su interior se expresó por medio de otra voz más fuerte é imperiosa, una voz femenina igual á aquella otra que le aconsejaba en su juventud: «Gasta, no te prives de nada, colócate sobre todos; piensa siempre que eres un Lubimoff.» Y vió á la difunta princesa, no de María Estuardo, con su luto teatral, sino dominadora y todavía bella, lo mismo que cuando aterraba con sus cóleras á su esposo «el héroe» y ponía en revolución el palacio de París.
Palabra del Dia
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