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Actualizado: 22 de noviembre de 2025


La creencia, de que un hombre puede cometer crímenes de toda especie, y salvarse, sin embargo, por su adhesión á la fe católica y al símbolo de su Divino Fundador, se expone en este drama de la manera más inconveniente; porque envuelta por completo la significación literal del argumento en una forma simbólica, obliga al poeta á intercalar una idea, en que seguramente no ha pensado.

El poeta ha sabido entrelazar artísticamente con otras esta sencilla combinación, de tal suerte, que el conjunto resulta interesante, sin ofrecernos ocasión alguna de censurar las deplorables singularidades, que deslustran á las demás comedias suyas. El drama de Mescua, titulado Hero, que Calderón menciona con elogio al principio de su Dama duende, no existe ya, según se presume.

Pero si es cierto que se leen algunas reflexiones gráficas aisladas sobre la forma externa del drama, en la parte de esta breve dramaturgia, en que se expresa el poeta experimentado y práctico, no lo es menos, sin embargo, que el conjunto demuestra irremisiblemente que las ideas críticas de Lope se hallaban á inmensa distancia de su arte.

En la narración, por el contrario, del Sr. López Roberts se advierten el libre albedrío y la consiguiente responsabilidad de los personajes del espantoso drama, por cima de cuya catástrofe brillan la reconciliación suprema y el orden, la esperanza y el bien en el conjunto de los sucesos y de las cosas.

Gonzalo, que todas las mañanas a primera hora iba por el Saloncillo, la leyó en una gacetilla tan infame como hipócrita del Joven Sarriense. «Circula por la población la especie decía de que una señora, protagonista de cierto drama amoroso no ha mucho tiempo acaecido, se ha fugado en compañía de su amante del asilo donde su familia la había recluído.

Agitado por inspiración profética, el Padre Ambrosio predecía ya como muy cercano, como muy próximo a realizarse este glorioso acontecimiento, el mayor y el más trascendente de la historia humana después de la tempestuosa proclamación de la Ley antigua en la cumbre del Sinaí, y después del tremendo drama del Calvario que redimió a los hombres, y que con sangre divina lavó sus pecados y confirmó la Ley nueva.

Con arreglo a este principio, Goethe se libertaba de sus pasiones desgraciadas, de los recuerdos que más pesar le traían, de los deseos que más le atormentaban y hasta de sus remordimientos, tomándolos por objeto de su observación, haciéndolos asunto de su imitación, buscando en ellos lo característico, y acudiendo luego con la poderosa fantasía a bordar sobre aquella traza primera un poema, una leyenda o un drama; una obra de poesía, que le dejaba consolado y libre, y que debía ejercer sobre los demás hombres el mismo benéfico influjo que sobre él ejercía.

Bajo este punto de vista es muy bello é interesante su drama titulado El amor cómo ha de ser.

Lugar oportuno es éste de copiar las palabras que siguen, escritas por Luis Viel Castell, ilustrado conocedor de la literatura española, en la Revue des deux mondes, al hacer el análisis detenido de este drama: «Admirables son, sin duda alguna, dice, las gradaciones que ofrece su interés hasta la terrible catástrofe, y el arte con que ésta se prepara.

Deben ustedes saber que a las mujeres les gusta mucho ejercer protectorados, muy singularmente sobre los jóvenes simpáticos y elegantes; así que no les sorprenderá que Clotilde escuchase con paciencia el drama y hasta lo hallase muy aceptable.

Palabra del Dia

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