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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Salí despues de mediodia, y llegué á las cinco de la tarde al parage de las Cuevas, que dista tres leguas; y como á las nueve de la noche me dió parte el capitan Ortubia, que venia cubriendo de retaguardia, á las órdenes del capitan D. José Garcia, que se divisaban 10 ginetes enemigos que seguian nuestra marcha, y que á su retaguardia se notaba mucho polvo, como que los seguia mayor número.
Reconocieron los comandantes de los rebeldes, Ingaricona y Sanca, tan ventajosa situacion, y se suscitó entre ellos la disputa sobre si convendria ó no emprender el ataque: resistíalo el segundo contra los deseos y esfuerzos del primero, que queria obstinadamente se acometiese, considerando el poco número que se le oponia, que aun creyeron menor de lo que realmente era, por haber mandado á la infanteria se sentase para esperar el momento del combate: disposicion que certificó al enemigo en su opinion, y se persuadió que los bultos que se divisaban eran las cargas de equipaje, colocadas de aquel modo para que sirviesen de resguardo al impulso de las piedras de sus hondas.
Por las portas y batallolas de popa, de cuándo en cuándo se divisaban las ondulaciones proyectadas á flor de agua por el inseparable compañero de los barcos en las regiones de calma, por el más carnicero y terrible habitante de las ondas, por el temido tiburón. Uno de grandes proporciones pagó con la vida su persistencia.
Por otra parte, mostraba señales de heridas que, aunque no se divisaban, nos hacía entender que eran arcabuzazos dados en diferentes rencuentros y faciones. Finalmente, con una no vista arrogancia, llamaba de vos a sus iguales y a los mismos que le conocían, y decía que su padre era su brazo, su linaje, sus obras, y que debajo de ser soldado, al mismo rey no debía nada.
Salió de la corte en un tren mixto, que se arrastraba torpemente como reptil enorme condenado a recorrer siempre el mismo camino, saludando con silbidos estridentes los mismos lugares, deteniéndose ante los mismos sitios, hasta que al cabo de veinte horas de viaje llegó a la estación más cercana a su pueblo, para ir al cual había de atravesar una dilatada llanura, a cuya extensión ponían límite varias colinas que se divisaban a larga distancia, veladas por flotantes brumas.
Palabra del Dia
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