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Actualizado: 9 de junio de 2025


Todo se vuelve apetecer y rabiar... Hay aquí dentro un fuego que no le deja a uno sosiego... Pero cuando vienen los años y cesa el calor amante y se queda uno fresco como una lechuga, entonces, ¡en grande, mi queridín!... Mira, si me dijesen ahora: «Feliciano, ¿quieres volverte a los veinte años?» ¡Ca! a otro perro con ese hueso. La gran edad del hombre, los cincuenta años. No lo dudes, Gonzalín.

Las calles de la ciudad presentan un aspecto guerrero, y hasta los paisanos caminan con aire marcial, como si dijesen a los forasteros: «Somos compatriotas del gran Turena». Cené en mesa redonda y procuré informarme acerca del camino que debía emprender al día siguiente para llegar al castillo del duque de C..., que distaba tres leguas de la población.

-Y ¡cómo, madre! -dijo Sanchica-. Pluguiese a Dios que fuese antes hoy que mañana, aunque dijesen los que me viesen ir sentada con mi señora madre en aquel coche: ¡Mirad la tal por cual, hija del harto de ajos, y cómo va sentada y tendida en el coche, como si fuera una papesa! Pero pisen ellos los lodos, y ándeme yo en mi coche, levantados los pies del suelo. ¡Mal año y mal mes para cuantos murmuradores hay en el mundo, y ándeme yo caliente, y ríase la gente! ¿Digo bien, madre mía?

Entonces respondiendo Simón Pedro, dijo: El Cristo de Dios. 21 Mas él, conminándolos, mandó que a nadie dijesen esto; 22 diciendo: Es necesario que el Hijo del hombre padezca muchas cosas, y sea desechado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día.

Quedaba vacante y sin uso la capilla mayor antigua, y pareciendo que convenia conservarla, se determinó á 27 de noviembre que en dicha capilla se pusiesen otros dos altares para que en ellos dijesen Misa los prebendados, dando la Fábrica los ornamentos necesarios. Verificóse esto siendo obispo de Córdoba D. Fr.

La misma cigüeña dejaba ver que nunca había conocido a Poldy, pues aunque no atinaba a expresarse en ningún idioma humano sino sólo con los resonantes castañetazos de su pico, la lentitud de su marcha, sus paradas frecuentes y cada una de las miradas que sus pardos ojos dirigían a Poldy parecían significar interrogación y súplica, como si dijesen: graciosa Condesa, ¿me permite V. E. que me aproxime y la trate?

12 Y conmovieron al pueblo, y a los ancianos, y a los escribas; y arremetiendo le arrebataron, y le trajeron al concilio. 13 Y pusieron testigos falsos, que dijesen: Este hombre no cesa de hablar palabras blasfemas contra este lugar santo y la ley; 14 porque le hemos oído decir, que Jesús de Nazaret destruirá este lugar, y cambiará las tradiciones que nos dio Moisés.

Los bufones eran entonces algo como los periódicos, y los reyes no los tenían sólo en sus palacios para que los hicieran reír, sino para que averiguasen lo que sucedía, y les dijesen a los caballeros las verdades, que los bufones decían como en chiste, a los caballeros y a los mismos reyes. Los bufones eran casi siempre hombres muy feos, o flacos, o gordos, o jorobados.

Daba esto ocasión a que los maldicientes supusiesen y dijesen mil picardías. Pero ¿quién en este mundo está libre de una mala lengua y de un testigo falso? ¿Cómo la gente grosera de un lugar ha de comprender la amistad refinada y platónica de dos espíritus selectos?

Por otra parte, se hurtaban tantas raciones, que fué hasta causa que nos perdiésemos, porque por ello vino á faltarnos el agua tan presto, de que estaba D. Álvaro desesperado en ver la bellaquería y poco miramiento de los Capitanes en un tiempo de tanta necesidad, habiéndoles tomado juramento que dijesen los soldados que tenían, aunque harto mejor fuera tomarles muestra.

Palabra del Dia

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