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Actualizado: 22 de julio de 2025
En efecto, difícilmente se concebirá una situacion más terrible que la del hombre que dedica su vida entera al esclarecimiento y propagacion de una verdad; de una verdad extraña todavía á la civilizacion particular del siglo ó del pueblo en que vive. Todo lo ha puesto en manos de su idea: vigilias, patrimonio, salud, amor, destino.... ¿Para qué?
También protege á ciertos jóvenes que se presentan con solemnidad, convencidos de una gloria que sólo existe entre sus camaradas ó en las páginas de alguna revistilla que nadie lee... Debe usted ver eso. Difícilmente encontrará en París una casa semejante. Además, he prometido á la pobre condesa que asistirá usted á su fiesta, y me enfadaré si no me obedece.
Esto amenguó mucho los ánimos de la morisma y á no ser porque la ocupación de Manila por los ingleses obligó al abandono de la activa campaña emprendida, difícilmente hubieran podido los mahometanos reanudar las sangrientas correrías que distinguieron los primeros años del presente siglo, en las que puede decirse que consiguieron la destrucción total de las provincias de Surígao y Misamis, desamparadas por completo por el Gobierno general del Archipiélago.
El célibe ignora o comprende muy difícilmente esa fusión de las almas, esa expansión de los corazones del padre hacia el hijo; esos sacrificios, esas tiernas solicitudes, que dan precio y verdadero interés a la existencia de los humanos...
Difícilmente podría retratar la dulzura soberana de la sonrisa, que viene por intervalos, á animar esta bella fisonomía y á atemperar por no sé qué contracción graciosa el brillo de sus grandes ojos. Ciertamente, la diosa misma de la poesía, del sueño y de los mundos encantados, podía presentarse atrevidamente á los homenajes de los mortales bajo la forma de esta niña que sólo ama á su perro.
Aquel cordial acuerdo, tan repentino, ¿era sincero? ¿No se podía presagiar que la armonía, difícilmente restablecida, no duraría mucho tiempo? Las caras sonreían; las palabras aprobaban; pero cada cual, allá, en su interior, hacía las necesarias reservas.... Encontrando el terreno preparado, la señorita Guichard, con la firmeza habitual de su carácter, no evitó las explicaciones.
Y, cosa rara en personas que han padecido mucho en la mocedad, no se tornó misántropo, ni egoísta, ni se le agrió el carácter. Era, en cierto modo, desconfiado y receloso, digamos mejor, cauto. Difícilmente le engañaban.
En la yuxtaposicion de las partes de tal manera, que no se puedan separar sino muy difícilmente. Y ¿qué es separarse? Es ir á ocupar un lugar diferente del que se ocupa. Hénos aquí pues otra vez en las ideas de extension. Del mismo sonido, nada sabemos científicamente, sino lo relativo á extension y movimiento.
Tengan miramiento, hombre, tengan miramiento... murmuraba el arcipreste difícilmente, extendiendo las manos como para calmar los ánimos irritados. Barbacana no se opuso a la hazaña; al contrario, pasó a otra estancia y volvió con un haz de junquillos, palos y bastones.
De repente rompió en aullidos, pues no parecían otra cosa los esfuerzos de su voz para hablar a gritos. Los circunstantes podían oírle difícilmente estos conceptos: «Partirle el corazón es poco; es menester... machacárselo».
Palabra del Dia
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