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Ferpierre se sentía, por lo tanto, animado de una secreta desconfianza contra los personajes del drama de Ouchy, que le fue narrado por el juez de paz en la villa Cyclamens, adonde había acudido al primer llamamiento. La muerta le inspiraba mucha lástima, cierto, pero si resultaba cierto que ella misma había querido abandonar la vida, tan merecedora sería del reproche como de la compasión.

España, con la mayor formalidad, está diciendo y haciendo lo mismo: huye del trato y familiaridad de todas las potencias de Europa por temor de que la engañen. Mientras más lo recapacito, mejor noto que la desconfianza que nos arrastra al retraimiento y al separatismo está en nosotros muy arraigada y conviene librarnos de ella.

En el camino del progreso, por donde van las naciones de Europa guiando y mandando al resto del linaje humano, y esto desde hace veinticinco o treinta siglos, España se ha quedado últimamente muy atrás, y de aquí el aislamiento desdeñoso en que nos dejan los que van delante, nuestra desconfianza y el abatimiento tan propio en quien de mismo desconfía.

Se decía que era de los alborotadores pagados por la reacción; hasta que una noche, viendo que se le miraba con desconfianza, y aun se le hicieron alusiones picantes, desertó para no volver.

Los corazones, oprimidos por una autoridad insoportable, necesitan desfigurarse para que se les permita vivir. Esta casa, esta familia, a quien preside desde su sillón doña María, como el genio de la tristeza, no es para . Me ahogo, y deseo huir de este sitio. Veo aquí mil misterios, y sobre todos mis sentimientos domina uno, que es el más antipático y desagradable de todos: la desconfianza.

¿Si no aceptara? repitió el intendente con una mueca de desconfianza sería la prueba de que me habéis engañado, Catalina, y claro que después de este ultraje, no soportaría ni un momento su presencia en el castillo. Pero ¡bah! ¡bah! no es posible que me rechace.

Es una especie de filósofo silencioso como los solitarios, que oculta su desconfianza de labriego bajo unas cejas espesas como matorrales.

Dirígese en seguida al Dr. Gregorio López Madera, consejero de Castilla y protector del teatro, rogándole con vehemencia que ponga coto á este desorden: «V. m., pues, pondrá remedio, por buen principio de su protección, á este abuso...» Así se comprende la desconfianza con que debemos mirar las ediciones de comedias españolas, que no hayan sido hechas por sus autores.

El alma simple de la buena señora aceptaba la sabiduría como cosa útil, ya que la humanidad se regía por ella, concediéndola grandes honores; más allá, en el fondo de su ánimo, sentía aversión y desconfianza, mirándola como arma útil para defenderse de los males del mundo, pero que encerraba en su seno un peligro de muerte.

Siempre que podía, recriminaba a su hermano por su indolencia, de dejar así todo en manos de aquel advenedizo; poco a poco, le había cobrado desconfianza y no le perdía de vista; cuando salía, de buena gana le hubiera registrado los bolsillos, para ver si se llevaba algo.