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Actualizado: 8 de octubre de 2025


De nacer en otros tiempos, habría fundado una orden, una nueva regla religiosa, dejando su huella en la Historia.

Esta situacion sublime, poetizada por Shakespeare, hubiera podido esplotarse en este poema, apagando en el héroe de la revolucion del sud la luz de la razon, poniendo en su boca palabras delirantes de patria y libertad, pero dejando intacto su corazon para sentir.

Para completar este bosquejo será bien dar una ligera idea de la devota gente que poblaba estas santas casas, de su modo de vivir, de sus usos y sus trages, ciñéndonos, como la índole de nuestro trabajo lo requiere, á la parte gráfica y pintoresca de la veneranda regla, y dejando sérias investigaciones sobre la disciplina religiosa para los escritores de historia eclesiástica: que por cierto, y sea dicho de paso, tienen mas ámplios y abundantes fundamentos que nosotros los amantes de las antigüedades artísticas, para desenvolver sus elucubraciones.

Si se halla advertida de que la organizacion está alterada, se precaverá contra el error; pero no será dejando de recibir la sensacion, sino desconfiando del testimonio de ella.

¡La mía! replicó prontamente el Delfín, dejando entrever la fuerza de su amor propio , la mía... un animalito muy mono, una salvaje que no sabía leer ni escribir.

Detrás de ellos vienen los grandes. Todos se colocan en fila á entrambos lados de la puerta, dejando una calle regularmente espaciosa. Por ella marchan las zagalas de Entralgo y Canzana cantando y agitando los panderos y en esta forma penetran en el templo. Se arrodillan al entrar, se levantan después y á los cuatro pasos se arrodillan otra vez y otra vez se levantan.

Fijándose en ellos, pudo ver que tenían la forma de árboles altísimos, contrastando su aspecto con su relativa pequeñez. Pero no creyó oportuno perder el tiempo en la contemplación de este fenómeno vegetal, y se limitó á pasar la cuerda en derredor de tres de los árboles enanos, dejando sujeto de este modo su bote para que no se alejase de la costa.

¡Sensible es la guerra! ¡horror nos causa sus estragos! ¡infelices filipinos perecen en el fragor de los combates, dejando madres, viudas é hijos!

Dejando, pues, su tierra y propio asiento, La tierra adentro vino predicando: No queda de indio algun repartimiento, Que no siga su voz y crudo mando. Con este impio pregon y mal descuento La tierra se v

Las suaves colinas vestidas de pinos que bordeaban las orillas y que nuestros viajeros iban dejando atrás una en pos de otra semejaban lomos erizados de animales monstruosos y fantásticos. Las conversaciones de falúa a falúa fueron cesando. Las embarcaciones recobraron su autonomía viviendo para . Oigamos algo de lo que se charlaba en ellas.

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