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Actualizado: 6 de junio de 2025
En una ocasión, hallándose en la romería de San Juan, ó en la de San Pedro, ó en la de San Roque, ó en la de Santiago, ó en la de los Mártires, pues la crónica no lo fija bien; hallándose, digo, en una de estas romerías más de nueve petimetres santanderinos, y no menos de diez damiselas de copete, y hallándose más que regularmente aburridos, lo cual es de necesidad en una romería mientras en ella no se hace otra cosa que ver, oir y brujulear, resolvieron los primeros proponer á las segundas, con las respetuosas salvedades de costumbre, un honesto entretenimiento que, ajustándose en lo posible al carácter del sitio y de la ocasión, fuese digno de las distinguidas personas que se aburrían.
Fabrice procuró en vano hacerle comprender que el arte de ninguna manera consiste en servilmente copiar a la naturaleza, la que en sí misma es inerte y muda, sino en reflejar sobre ella las ideas que su contemplación sugiere a nuestra mente, prestándole un algo de esa alma que nosotros poseemos y de que ella carece; pero Calvat al oír tan exactos y atinados razonamientos, rompía en indignación, apostrofando a su cuñado de ser pintor de damiselas, de paisajista de corte, enviándolo por fin a esa repulsiva fosa común del ya difunto idealismo, es decir, la Academia.
Algunos se fueron antes de terminar el baile, viejos en su mayoría a quienes hacía daño el trasnochar. Entre las damiselas hubo la agitación y el movimiento que precede siempre al cotillón. En esta última etapa el baile adquiere un aspecto de recreo familiar muy grato.
De la huerta pasaron á la pomarada y aún fué mayor la alegría y la admiración de D. Félix al verse entre aquellos manzanos tan finos y peinados como elegantes damiselas. No eran como los suyos enormes, frondosos; pero en cambio soportaban en cada rama cuantas manzanas podían, y éstas eran más fragantes y azucaradas. D. César los trataba con una severidad inflexible que pasmaba á su primo.
El aspirante la rompía de una pedrada, que lanzaba a tres varas de distancia, y el mérito estribaba en que no excediese de un litro la cantidad de licor que caía al suelo; en seguida el padrino servía a todos los asistentes, mancebos y damiselas; y antes de apurar la primera copa, pronunciaba un speach, aplicando al candidato el apodo con que, desde ese instante, quedaba inscripto en la cofradía de los legítimos chuchumecos.
Palabra del Dia
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