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Actualizado: 16 de junio de 2025


Los valientes defensores de La Maya tuvieron entonces que abandonar el cuartel, y para lograrlo se vieron precisados á abrirse paso á viva fuerza á través de las masas de alzados.

Á la cabeza de cincuenta italianos escogidos y bien armados se abrió paso casi hasta el mástil del barco inglés y los marinos se vieron cogidos como entre dos muros de hierro por sus fieros asaltantes, dando y recibiendo la muerte sin pedir cuartel. Pero en aquel instante supremo les llegó el auxilio que tanto necesitaban.

Según trascurrían los minutos, que a ella se le antojaban inacabables, como él no parecía, a la muchacha se le iba desacerbando el alma: sus ojos cobraban animación y vida. No cesaba de mirar al reloj: cuanto menos tiempo quedara para que Pepe acudiese al cuartel, más probabilidades había de que no viniera o no estuviese allí... con aquella mujer.

Como á nueve leguas del Colorado encontre la Bahia de Brightman, etc." Desde entonces no se oyó hablar mas del Colorado, hasta la campaña de 1833, en que el Sr. General Rosas, cuyo cuartel general ocupaba las márgenes de este rio, ordenó que se emprendiese su reconocimiento.

A mediodía, Febrer, aburrido de sus paseos sin objeto por la Marina y las empinadas callejuelas de la antigua Real Fuerza, entró en una pequeña fonda, la única de la ciudad, situada junto al puerto. Allí encontró los huéspedes de siempre. En el vestíbulo, unos cuantos mozos vestidos de payeses, con gorra de cuartel: soldados de la guarnición que servían de asistentes.

Y también nos llevarán poco dinero, que aquí se come barato. Pero mucha paciencia, amigo mío, que aquí se aguanta mucho. No hubo sin embargo remedio: mi amigo no daba cuartel, y estaba visto que tenía capricho de comer mal un día.

Corro a mi casa, pongo en movimiento a mi familia, hágome la ilusión de que emprendo un viaje, y de cuartel en cuartel, de calle en calle, de manzana y hasta de piso en piso, recorro alegremente y reconozco los más recónditos escondrijos y rincones de esta populosa ciudad.

Se dirán que os dirigís á Gascuña y habéis recibido nobles pasajeros con destino al cuartel general de nuestro príncipe. ¡Cómo acortan la distancia! Á juzgar por su aspecto y el nuestro diríase que dos halcones se preparan á caer sobre inocente paloma.

Entre los altos morriones de la artillería y las gorras de los granaderos, llamaban la atención nuestros blancos sombreros portugueses, y las gorras de cuartel, y los tocados de innumerables clases con que cubrían sus chollas los tiradores y voluntarios de los pueblos. Como antes he dicho, aquel ejército hacía reír. ¿Y el dinero para la guerra?

Al coger la pluma para describir este grande osario de la guerra, experimento cierta emocion de religiosidad, cierta intencion solemne, cierta uncion histórica, si así puede decirse. El actual cuartel de los Inválidos fué obra del gran rey. Así llama Francia á Luis XIV.

Palabra del Dia

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