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Actualizado: 8 de junio de 2025


Para ella, la pasión matrimonial no había de ir más allá de la intimidad, fría y casi mecánica, de sus primeros tiempos de vida común. El matrimonio era para que el hombre y la mujer viviesen sin dar escándalo, procreando hijos para servir á Dios y que no se perdiera la fortuna de la familia. Lo que llamaban amor las gentes corrompidas era un pecado repugnante, propio de gentes sin religión.

Todos eran escépticos en materia de moral doméstica, no creían en virtud de mujer nacida salvo D. Frutos, que conservaba frescas sus creencias , y despreciaban el amor consagrándose con toda el alma, o mejor, con todo el cuerpo, a los amoríos; creían que un hombre de mundo no puede vivir sin querida, y todos la tenían, más o menos barata; las cómicas eran la carnaza que preferían para tragar el anzuelo de la lujuria rebozado con la vanidad de imitar costumbres corrompidas de pueblos grandes.

Los genoveses, entretanto, se defendían con la usura. A partir del año 1590, el desbarajuste fue pavoroso para la hacienda del Rey. Las Cortes, corrompidas por el Monarca, habían exigido a las ciudades ocho millones de ducados. Y la pobreza y el hambre arreciaban como flagelos de Dios.

Las medicinas para los enfermos y heridos estaban asimismo estragadas y corrompidas, así por el calor que allí hacía, como por ser viejas y haber venido por mar, y aquéllas que se habían de hacer de nuevo el agua salada las estragaba, y la tela y el lienzo con que se curaban los heridos se lavaba con esta agua, y por esta causa se morían, por poca herida que tuviesen, que no escapaba de ciento, uno, y habiendo de hacer pan fresco de la harina que tenían, era necesario hacerlo con la misma agua salada, y asimismo para guisar cualquiera cosa, así en potaje como de otra manera, y por esto lo pasaban muy mal, aunque tenían provisión de legumbres y arroz.

Allá van pues estos articulejos escritos cálamo currente, sin más pretensión que la de entretener un rato á los pocos que en estos venturosos días, gustan del conocimiento de las cosas viejas, y con ellas se complacen, para hacerles olvidar siquiera momentáneamente, los pesares de la vida que á todos nos alcanzan así como otros de mayor bulto que parecen dibujarse allá en el horizonte, fruto natural de corrompidas semillas.

Palabra del Dia

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