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Actualizado: 13 de junio de 2025
Sin embargo, recordé lo que mi amigo de Leicester me había explicado, advirtiendo cómo podía encontrarse en la primera letra de cada carta, leyendo consecutivamente una tras otra en todo el paquete, y traté, repetidas veces, de arreglarlas de una manera inteligible, pero no tuve ningún éxito. La cifra seguía tan confusa y enigmática como siempre.
El insigne capitán había experimentado en los últimos tiempos algunos descalabros que no podían atribuirse a falta de previsión o valor, sino a la versatilidad de la suerte. Dos jóvenes casadas le habían dado calabazas consecutivamente.
Dijole tan mal, que en cuatro restos consecutivamente perdió los cuatro cuartos del asno, y ganóselos el mismo que se le había vendido; y levantándose para volverse a entregarse en él, dijo el Asturiano que advirtiesen que él solamente había jugado los cuatro cuartos del asno; pero la cola, que se la diesen, y se le llevasen norabuena.
Después escribe las primeras treinta y dos letras de su registro, recuerdo, o lo que sea, en el anverso o reverso de las treinta y dos cartas, una letra en cada una consecutivamente, empezando por la primera columna, y siguiendo luego por las columnas segunda y tercera, por su orden, hasta que pone la última letra de la cifra.
Siguieron saquando consecutivamente 20 casas, y segun una prudente regulacion, ascendjeron los robos hasta dos millones de pesos, habiendo perecido no solo los europeos que contenia la villa, sino tambien los de todas las inmediaciones, cuyas cabezas traian los indios, para presentarlas al nuevo Justicia Mayor, quien las hacia enterrar clandestinamente.
Enviaron a mi padre al Instituto, en donde estudió dos años, y, consecutivamente, obtuvo dos tandas de suspensos en las mismas asignaturas. Uno de les profesores escribió al conde que a mi padre el exceso de imaginación le impedía concentrarse y estudiar con disciplina y provecho. Mi padre no ha olvidado aquel fracaso; ahora, que él lo explica a su modo, y se queda tan satisfecho.
Uno de los mancebos más elegantes, que se había preparado en Madrid para cinco carreras especiales consecutivamente, sostenía la primacía de los maestros alemanes, asegurando que no había óperas como Roberto, Hugonotes y Profeta, ni música sinfónica que pudiera competir con la de Beethoven y Mozart.
Palabra del Dia
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