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Actualizado: 2 de junio de 2025


Sepa vuesa merced que, como son gentes alegres y de placer, todos los favorecen, todos los amparan, ayudan y estiman, y más siendo de aquellos de las compañías reales y de título, que todos, o los más, en sus trajes y compostura parecen unos príncipes. -Pues con todo -respondió don Quijote-, no se me ha de ir el demonio farsante alabando, aunque le favorezca todo el género humano.

Vióse obligado el Gobierno, en vez de conceder la licencia á cuatro compañías, á extender la primera á seis, y después á doce.

Las naves siguieron su camino con poco viento, y ansí tardaron ocho días y más en recogerse todos á Malta, donde habían llegado otras naves con siete compañías de infantería española del reino de Nápoles, sin otras cuatro que habían venido primero á Mesina. Estas 11 banderas trajeron harto más gente que las de Lombardía.

En una segunda puerta tenía un despacho el director de la compañía, y, al entrar en ella, pagaban segunda vez los espectadores. Los datos que han llegado hasta nosotros sobre este punto , son tan diversos y opuestos y ofrecen tal confusión en lo relativo á las sumas, que se distribuían entre los hospitales y las compañías, que apenas merecen que nos tomemos el trabajo de compararlos y cotejarlos.

Este vaivén febricitante dura poco, que ni los empresarios pueden descuidar sus negocios, ni los representantes diligentes desaprovechan la ocasión de robustecer sus compañías con la adquisición de los buenos artistas que hallan desocupados.

Juanita zapateaba, donosa o duramente, a cuantos mozos la pretendían, y lo que es Antoñuelo iba ya con menos frecuencia a casa de Juanita. Según en el lugar se sonaba, andaba él muy extraviado, frecuentando las tabernas en harto malas compañías y pasando muchas noches en francachelas y jaranas.

Juan de Malara y otros poetas dramáticos de Sevilla. Perfeccionamiento del aparato escénico por Pedro Navarro. Noticia de las compañías errantes de El viaje entretenido de Agustín de Rojas.

Como los bárbaros recibian continuamente reclutas voluntarias de Chile, se hizo necesario aumentar el número de compañías, y el de sus plazas ó individuos; y para pagarlas, se impuso el ramo de guerra, que aprobó el Rey en 7 de Setiembre de 1760.

Cuando la Montansier recobró la libertad, su voluntad, nunca domada, aun tuvo bríos para dirigir otras campañas teatrales, organizar compañías nuevas y exigir al Gobierno, como indemnización á los daños que la había ocasionado injustamente, ¡siete millones de francos!...

Las ciudades de Nápoles y Milán, en donde habitaban muchos españoles, ofrecían ricas ganancias á las compañías de cómicos de esta nación; pero estas compañías no se encerraban sólo en las ciudades mencionadas, sino que recorrían todo el país.

Palabra del Dia

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