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Las noticias de las atrocidades cometidas en Bélgica con las mujeres le merecían igual fe que los avances del enemigo anunciados por Elena. «La niña, Marcelo... ¡la niña!» Y el caso era que la niña, objeto de tales inquietudes, reía con la insolencia de su juventud vigorosa, al escuchar á la madre: «Que vengan esos sinvergüenzas.

La celeridad con que las escribía, raya en lo imposible, aun no dando entero crédito á las exageraciones cometidas sobre este punto. Erróneo es, sin duda, el aserto de Bouterweck, de que en ocasiones escribió comedias en tres ó cuatro horas; pero el mismo Lope nos dice que más de ciento fueron compuestas en veinticuatro horas.

Y tercero, desagraviado Dios de sus ofensas, cometidas atrozmente contra la Magestad de su Ser Trino: contra la inefable caridad de su hijo, hecho hombre y contra la suprema autoridad de su Palabra Evangélica, con tres sacrificios aceptables; con el de justicia, que le desagravia: placavit & cessavit quassatio Psal. 105. 30.

Los habitantes de San-Pablo, pueblo situado á poca distancia de la confluencia del Cimitarra, hacen responsable al Mohán ó Huan, divinidad terrible de las grutas y de los grandes pozos de los ríos, de las fechorías cometidas por los jaguares, las serpientes y los zainos en perjuicio de los imprudentes buscadores de oro.

Sintió Delaberge rebelarse contra todo ello su lealtad generosa. Era necesario a toda costa impedir que el castigo, si castigo había, pudiese caer también sobre una cabeza inocente. No era justo que Simón pagase las faltas cometidas por su madre y por un extraño, en momentos de debilidad que no habían dejado huella ninguna... No era Delaberge un gran filósofo.

Don Santiago, más compasivo, le respondió, descubriendo en su voz y en sus miradas la honda pesadumbre que le afligía: Yo tampoco soy de los que creen que los vicios se heredan como las enfermedades, ni de los que tienen por justo que paguen los hijos inocentes las faltas cometidas por sus padres; pero se dan casos a menudo en que se teme lo peor, como si fuera lo probable, y la necesidad se impone con su fuerza de consideraciones y respetos humanos, y obliga a proceder ajustándose más a las leyes del mundo que a los mandatos del corazón.