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Actualizado: 2 de junio de 2025


En 1624 fué Roelas nombrado canónigo de la colegiata de Olivares, á cuyo punto se trasladó en definitiva el artista, que ya en distintas épocas había allí residido. Tranquilo y sosegado y sin dejar el cultivo del arte, continuó Roelas en Olivares, donde falleció en 23 de Abril de 1625, siendo enterrado en aquel pueblo.

La parte de acá, que está en rampa, aunque suave, no la podemos ver toda, porque nos lo impide el borde de la meseta sobre la cual estamos nosotros y a bastante distancia; pero se ve algo de lo principal... casi toda la Colegiata y un poco de los primeros edificios de la Costanilla, que arranca hacia acá del mismo costado de la Colegiata y es el camino más usado para venir desde la villa a Peleches y al paseo de la Glorieta, que es esa especie de alameda que ves a dos pasos de la entrada de este patio, un poco a la derecha.

»También ha mejorado algo el estilo de nuestros zapateros; pero poca cosa. »Vive todavía Gorrilla el platero, y en su mismo tenducho lóbrego de la Rinconada de la Colegiata. Lo tendrá; pero dudo que lo haya adquirido con el oficio. Es, como ha sido siempre, la encarnación viva de la parsimonia y del bienestar, en la mejor farmacia del mejor de los pueblos del mejor de los mundos posibles.

Capellán de la iglesia del Santo Sepulcro, que forma parte de la monumental Colegiata de Osuna.

A esa hora, muy planchadito y repeinado, erguido hasta la rigidez, risueño de oreja a oreja, y solemne y augusto en su apostura, apareció delante de la Colegiata, dispuesto a aceptar los honores del triunfo que habían de decretarle allí, en el momento de salir de misa mayor, las gentes más importantes de la villa. Entre tanto ocurría dentro, en la iglesia, un suceso muy extraordinario.

D. Antonio Lao y Cuevas; nació en Tiñana, villa de la diócesis de Guadix; era Abad mayor de la Colegiata del Salvador de Granada, fue nombrado Obispo de Teruel en 16 de Agosto de 1847, tomó posesión en 17 de Diciembre del propio año y trasladado a Guadix en 1849.

Las que hoy se conservan dentro de los sepulcros de jaspe que pocos años se les dieron en la Colegiata de S. Hipólito, no pueden ser las primitivas, porque son enteramente lisas y no corresponden ni á aquellos ilustres personages ni á la costumbre de aquellos tiempos. Volvamos al carácter de la obra de D. Enrique.

Se limitaba el número de los canónigos, como si la Iglesia Primada fuese una colegiata cualquiera. Se les pagaba por el Gobierno, lo mismo que a los empleadillos, y para el sostenimiento y culto de la más famosa de las catedrales españolas, que cuando cobraba el diezmo no sabía dónde encerrar tantas riquezas, se destinaban mil doscientas pesetas mensuales.

Palabra del Dia

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