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Actualizado: 13 de octubre de 2025


Cero, trescientos diez y ocho... Hazme el favor de alcanzarme las Tablas de resistencias... aquel libro rojo... MÁXIMO. Más arriba. ELECTRA. Ya, ya...¡qué tonta! MÁXIMO. Es maravilloso que en tan poco tiempo conozcas mis libros y el lugar que ocupan. ELECTRA. No dirás que no lo he puesto todo muy arregladito. MÁXIMO. ¡Gracias a Dios que veo en mi estudio la limpieza y el orden!

La fuerza de su pensamiento era nula; la facultad de experimentar afectos, ninguna; y en cuanto á sensibilidad, cero. En una palabra, en él no había sino unos cuantos instintos que, auxiliados por el buen humor que era el resultado inevitable de su bienestar físico, hacían las veces de corazón.

Ahora hay que conquistar la blusa, y yo cuento con usted...» Aquel hombre no me daba arriba de dos o tres duros por artículo, y yo le contesté sin gran entusiasmo: «El termómetro le decía marca quince grados bajo cero.

Para los extranjeros, que me están echando el lente con desdén, soy una Doña Simplicia de aldea; para los viejos, soy cero. Los otros se quedan neutrales, tanto por consideración al duque que es mi patrón, y lo entiende, como para lanzarse después a la alabanza o la censura, según la opinión se pronuncie en pro o en contra

Desde luego salta á los ojos, que no siendo la multiplicacion mas que una adicion abreviada, si una adicion infinita de ceros, no puede dar mas que cero; tampoco podrá resultar otra cosa de la multiplicacion, aunque sea infinito el otro factor. ¿Por qué pues los resultados matemáticos nos dicen lo contrario? No es verdad que haya semejante contradiccion; solo es aparente.

Es curiosa la lucha entre ese carácter y la desapiadada lentitud de la Naturaleza del Norte, murallas de obstáculos terribles. Apenas ha abandonado el puerto de partida cuando le acosan los fríos, viéndose precisado á invernar por espacio de seis meses entre hielos. Y en plena primavera marca el termómetro en aquellas latitudes ¡setenta grados bajo cero!

Felizmente, Diana, viva y cordial, hizo desaparecer pronto la turbación que se había producido entre ellos. Ciertamente, más que nunca; ¿lo dudaban ustedes? Marca treinta grados sobre cero. María Teresa, no; ella no dudaba; pero yo, ¡dudaba! ¡Diana! exclamó María Teresa, realmente ofendida por la ligereza de su prima. Y bien, ¿no es verdad, acaso?

En la hoja de las realidades, el resultado no necesitaba interpretación alguna; decía simplemente: Cero.

Aquí reinaba el verano, un verano patagónico, violento y ardoroso, sobre una tierra que rara vez conoce las lluvias y en la cual todas las estaciones son extremadas, descendiendo el termómetro durante el invierno muchas unidades por debajo de cero. La tierra yerma parecía temblar bajo el sol.

En la multiplicacion de lo infinitésimo por lo infinito, se puede obtener por producto una cantidad finita, porque lo infinitésimo no se considera como un verdadero cero, sino como una cantidad menor que todas las imaginables, pero que todavía es algo.

Palabra del Dia

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