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Actualizado: 15 de junio de 2025
Dejando a la izquierda el barrio citado poco ha, encuéntrase otro arco sólido pero de poco gusto que da paso al agua que vá por el acueducto descrito, y siguiendo adelante, cerca ya del cementerio se halla una fuente de un caño sobre del cual se lee: Desde este punto a la mina del Collado se varió la cañería y se colocó de hierro: año 1866.
Cada cañería vomita como boca inmunda las aguas de uso doméstico y de las calles, y se convierte en un torrente nauseabundo; al llegar á una curva se precipita en cascada por un tragadero. Este torrente impuro es el único que los niños de la ciudad pueden estudiar y que contribuye, más de lo que parece, á hacernos amar á la naturaleza. Recuerdo todavía lo que hacía de niño.
Efectivamente desde este sitio sigue la cañería, y pasan por debajo del Collado o cerro de Santa Bárbara, al depósito de donde parten las aguas para recorrer todo el trayecto que desde el acueducto hemos venido recorriendo. Capítulo III. Las Calles, las Plazas, las Fuentes y los Algibes de Teruel.
En el siglo XVIII, haciéndose necesarias algunas reformas en el antiguo paseo, las llevó á cabo en 1764 el asistente don Ramón Larumbe; el cual coronó su obra levantando al final de la Alameda dos ridículas columnas, parodia de las puestas por el conde de Barajas, las cuales remataron en dos leoncillos de piedra, al pie de los que su señoría, deseando perpetuar la memoria del trabajo, hizo grabar estas líneas, ya casi borradas hoy: « NO=8=DO Reinando en España la católica magestad de don Carlos III, siendo asistente de esta ciudad el señor don Ramón de Larumbe del orden de Santiago, del consejo de S.M., intendente general del ejército de los cuatro reinos de Andalucía y superintendente general de rentas, se acabó la obra de la cañería de la fuente del Arzobispo en 28 de Enero de 1764 y la distribución de su agua consiste en el pilar del arzobispo, la de la fuente de Córdoba, seis pilas de esta Alameda y la de san Vicente y de gracia al convento de esta de capuchinos, hermandad de san Hermenegildo, san Basilio, Belen y san Francisco de Paula y se pone esta lápida en virtud de acuerdo del ilustre cabildo de la ciudad, habiendo sido diputado de esta obra el señor veinticuatro don Juan Alonso de Lugo y Aranda.»
Adolfo estuvo también muy expresivo: acompañóles hasta la entrada de la cañería, y allí reiteró á Buby su ofrecimiento de presentarlo en el Polo-Club, y le recomendó por tercera vez el uso de las raquetas J. Tate del núm. 12, ó á lo más del 12-1/2. Las del 13 resultaban ya, para manos ratoniles, algo pesadas.
Un afluente arroyuelo, que de la selva umbría desciende entre peñascos, la baña con amor; y un chorro le regaba por tosca cañería, que en la callada noche es canto y melodía y néctar cristalino del día en el calor.
Palabra del Dia
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