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Actualizado: 14 de julio de 2025
En la antigüedad no existian más que castas teológicas, la idea de Dios era la que exclusivamente reinaba. En los tiempos modernos hay castas sociales; al lado de la excelsa idea de un Dios, reina en el mundo la idea del hombre.
Habrá primero un capítulo que trate de la poblacion segun las divisiones políticas y las castas, y en el cual se dará una ligera reseña de los usos, de la manera de vivir de los habitantes, de sus diversiones, de sus costumbres en general y en particular.
En el amor y en la compasión por el infeliz linaje humano, sin distinción de castas ni de jerarquías, estribaba aquella moral, pero no tenía un Dios misericordioso. Su Dios, si tal podía llamarse, era el ser único, infinito e indeterminado en quien todo cuanto es y en quien todo cuanto puede ser se contiene.
Lo más exquisito de la sociedad peñasquense se refugió en el pórtico de la iglesia, estableciendo la consabida división de castas. Organizose un paseo inmediatamente donde los forasteros de Lancia pudieran apreciar de un solo golpe de vista todo lo grande y majestuoso que encerraba Peñascosa en su seno.
GOPA. Yo creo en el impulso magnánimo que le mueve, y esto me basta: creo en su dulce compasión por todos los seres; en su amor a los hombres, a quienes mira como a hermanos, sin distinción de castas; y en su deseo vehemente de enseñarles el camino de la virtud y de la paz.
El número de habitantes de todas castas llegarán á cinco mil personas, de las cuales solo un corto número son libres: los demas, ó son esclavos, ó tenidos y tratados como tales; porque á excepcion de poco mas de doscientas personas que se hallarán de gente blanca, las demas, muchas son negros y mulatos, y muchos indios mestizos, que son tratados de los portugueses como si fueran esclavos: pues, aunque por ordenanza real solamente á los Payaguás y á los de otra nacion pueden hacer esclavos, pero en aquellas partes se sirven los portugueses de cualesquiera indios que puedan coger, y los tienen en esclavitud.
El señor Anselmo y don Benigno alimentaban pasión inextinguible por estos animalitos. Cada cual tenía su palomar, sus castas, sus procedimientos de cría, y sobre tales extremos se enredaban a menudo en largas y vivas discusiones. Los demás escuchaban gravemente sin atreverse a decidir, subiendo y bajando el vaso del mostrador a los labios con religioso silencio.
Porque ¡válgame el de los cielos! ¡Cómo estaba también de libros fuera de sus estantes, y de resmas de periódicos, y de fajos de papeles, y de montones de revistas, y de huesos fósiles, y de candilejas y «escudillas» romanas, y de bronces herrumbrosos, y de ejemplares de panojas de muchas castas, en las sillas, por los suelos, en la mesa de escribir y creo que hasta en el aire!
Acaban de llegar de lo más bajo con grandes penalidades; ya tienen el dinero: ahora les falta el lustre social... Y empujan hacia arriba con su audacia de antiguos emigrantes que no conoce la vergüenza ni el ridículo. Como le he dicho antes, puede usted reírse de las castas sociales de Europa.
Durante la mía, que ya no es corta, he visto yo docenas de casos parecidos: una mujer que, ya por una razón, ya por otra, casa o se propone casar con su hija, con su sobrina o con su hermana, al hombre de quien está o estuvo enamorada y con quien tiene o tuvo poco castas relaciones.
Palabra del Dia
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