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Actualizado: 1 de junio de 2025
Y, en efecto, Dios, compadecido, permitió que don César y la mayor parte de los jóvenes que con él fueron desterrados a las islas Canarias, se fugasen en un vapor extranjero y volviesen de incógnito a su patria, ocultándose en las casas de los amigos fieles y valerosos.
Los isleños de las Canarias, que son gente de mucha fuerza, creen que el palo no es invención del inglés, sino de las islas; y sí que es cosa de verse un isleño jugando al palo, y haciendo el molinete. Lo mismo que el luchar, que en las Canarias les enseñan a los niños en las escuelas.
Calamitoso hubiera sido que don Pepito se hubiera muerto en vez de volver al Paraguay, al cabo de dos o tres años, con todo lo esencial de la civilización, puesto en cifra y bien estampado en el meollo. Pasaban días, el barco iba adelantando, y, si no recuerdo mal, estábamos ya cerca de las Islas Canarias.
Uno era de Tenerife y los restantes procedían de Andalucía y Galicia. Se habían introducido ocultamente en varios buques, que los echaron en tierra al llegar a Canarias. ¡Y a buscar de nuevo un escondrijo en la bodega de otro barco!... Así pensaban llegar, fuese como fuese, adonde se habían propuesto.
Á la lista de mis amigos y favorecedores debo añadir tres nombres queridos: D. Juan de la Puerta Canseco, de Santa Cruz de Tenerife; D. Amaranto Martinez Escobar, de Palmas de Canarias; y D. Fernando García, de Gerona. Cobramos la letra de Reus, pagamos la fonda, hacemos tres visitas, compramos algunas frioleras, y nos proveemos de dos billetes.
Si no hubiera sido por la carga del tesoro de Zaldumbide, hubiésemos desembarcado en seguida en una de las islas de Cabo Verde; pero con aquella impedimenta me pareció peligroso tocar en tierra. Comenzamos a navegar con rumbo al norte, hacia las Canarias. Decidimos, de común acuerdo, acercarnos a la costa africana y enterrar los cofres. Entramos por el río Nun y exploramos sus orillas.
Habiendo gran escasez de vino, a punto tal que en 1555 se vendía la arroba en quinientos pesos, Francisco Carabantes trajo de las Canarias los primeros sarmientos de uva negra que se plantaron en el Perú. Los borrachos bendicen siempre al padre Noé, que plantó las viñas, y no tienen una palabra de gratitud para Carabantes, que fué el Noé de nuestra Patria.
No nos pareció conveniente desembarcar allá, a pesar de que estábamos hambrientos. Pasamos por entre las islas Canarias y la costa de Africa, hasta que, al llegar a la desembocadura de un río, nos detuvimos. Había en las orillas algunos árboles aislados que parecían olivos. Este árbol, el argán, tiene un fruto parecido a la aceituna, aunque más redondo y amarillo.
Ello es que á 1.º de Septiembre escribía D. Cristóbal: «Aquí descubrieron sus puntos los pilotos; el de la Niña se hallaba de las Canarias 440 leguas; el de la Pinta 420; el de la Santa María 400 justas», y en 1.º de Octubre volvía á decir: «el piloto de la Santa María tenía hoy en amaneciendo que habían andado desde la isla de Hierro hasta aquí 578 leguas; la cuenta menor que el Almirante mostraba á la gente eran 584, pero la verdadera que juzgaba y guardaba era 707.»
Con esta tropa salíamos de Amsterdam en mayo, pasábamos en junio a la altura de las Canarias y cruzábamos por delante de las islas de Cabo Verde. Aquí nos deteníamos para la aguada y nos acercábamos a las costas de Africa. Solíamos ver en el viaje barcos que iban a la India, fragatas y bergantines; pero en aquella época la cordialidad marítima no era muy grande.
Palabra del Dia
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