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Actualizado: 19 de julio de 2025
Los árboles, el agua, las brisas, el cielo, la frescura y la libertad de las campiñas repugnan á esa raza sedentaria, cuyos hábitos la han mantenido fiel á las sacristías, el silencio, la inmobilidad, el desaseo, los rincones, las sombras, los portales, el horror á la luz y á la vida en todo.
Pero no lo era tanto cuando se acercaba á gustar prácticamente las delicias que, desde el fondo de los alfombrados gabinetes de las populosas ciudades, descubren los poetas entre el follaje de los bosques y sobre el blando césped de las campiñas.
La via que gira por las campiñas occidentales de Flándes es poco interesante relativamente, si bien es mucho ménos monótona que la de Brusélas á Ostende, por Gante y Brujas. Donde quiera se abre sobre la vastísima llanura un inmenso horizonte, y el terreno carece de inflexiones perceptibles.
Confieso que no tenia idea de un objeto tan original como aquel. El Béguinage, completamente encerrado por altos muros que parecen fortificaciones, del lado de la ciudad, y por fosos ó canales del lado de las campiñas exteriores, abarca un área bastante considerable.
Su constitucion con este carácter data de 1803, ratificada luego por los tratados de 1815. La poblacion vaudense está muy esparcida en los campos y en pequeñas ciudades, aldeas y distritos, circunstancia que explica bien el esmero con que están cultivadas todas las campiñas, graciosamente salpicadas de casas de labor y alegres quintas.
En cuanto á los que vuelven, su trasformacion ha sido completa, y su regreso a las campiñas produce una infusion de bienes y males que modifica mucho los hábitos y las nociones de los que no han salido jamas de la comarca.
Más allá del andén, extrañamente silencioso ya, resplandecía el cielo claro, de acerado azul; se extendían monótonas las interminables campiñas; los rieles señalaban como arrugas en la árida faz de la tierra. Un gran silencio pesaba sobre la estación. Quedáronse inmóviles los acompañantes, como sobrecogidos por el aturdimiento de la ausencia.
Ambéres, en efecto, es una vasta ciudad, curiosa bajo todos aspectos, donde todo interesa y llama la atencion: la estructura de los edificios y las calles, como el tipo, la lengua y las costumbres de los habitantes; el movimiento activo del comercio y de la navegacion del Escalda, como el mérito de admirables obras maestras, monumentos y museos; el aspecto de las formidables fortificaciones de la ciudad, como el de sus vastos diques de un lado, y del otro sus alegres campiñas, que hacen contrastar los símbolos de la guerra con los de la paz y la fecundidad.
Sabe pulsar la cítara en arpegios bullentes, como del champagne rubios los topacios hirvientes, cuando su pecho embriaga la dicha del vivir. Suspiran sus cantares las campiñas de flores, las brisas de la sierra, los alegres rumores del bosque tropical; la lluvia que desciende en perlas diminutas, los oros del crepúsculo, las sombras de las grutas y el épico tumulto del fiero vendaval.
Titubea un momento; yendo de noche, no verá las campiñas de la Turena, Angulema, Poitiers, Blois, ¡pero París! ¡Y vibrante, ardoroso como un pájaro a quien dan la libertad, se embarca con el alma rebosando llena de himnos! En París. En viaje para París. De Bolivia a Río de Janeiro en mula. La Turena. En París. El Louvre y el Luxemburgo. Cómo debe visitarse un museo.
Palabra del Dia
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