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El viento me bajaba a cada instante el embozo de la capa, la lluvia me azotaba la cara y me entraba por el cuello. Tenía miedo que me mojase la niña. Además iba temiendo resbalar. ¡Figúrate si caigo en aquel momento! El viento soplaba a veces tan recio que me impedía dar un paso. Bien puedes creerme que estuve tentado a dar la vuelta y dejarlo para otro día. Lo creo sin que me lo jures.

Es inútil advirtió el Marqués . Bautista tiene fuerza pero no alcanza; es de mi estatura... no hay más remedio que buscar otra escalera.... No la hay en el jardín... Sabe Dios dónde parecerá... ¡Por Dios! ¡por Dios!... que ya me mareo, que me caigo de miedo. Entonces don Álvaro, a quien Ana había dirigido una mirada animadora y suplicante, se decidió.

En cuanto a mi amiga, harto la he exhortado, condenando su insistente celibato, y se me figura que al fin mis prédicas no serán inútiles. No lo niegue usted. Su voluntad está vacilante, y en aquello de si caigo o no caigo; de modo que si una persona tan respetable como el Sr. D. Pedro uniera sus amonestaciones a las mías... D. Pedro estaba verde, amarillo, jaspeado.

Abandonando, con un disgusto manifiesto, aquel interesante tema, el portero preguntó cómo era la muchacha a quien se refería. Cuando el otro le hubo hecho una descripción de su exterior, dijo: Ya caigo. Es la señorita Ivanov. Viene a ver a sus amigos del tercero derecho... No deben tirarse las colillas al suelo; ¡no las barrerás después!

Permanezca usted aquí, como la única esperanza de salvación que le queda al Rey. Si yo caigo, importa que no perezca también usted. Es verdad, joven. ¡Buena suerte! Empujé la puerta, que cedió, y me hallé en un jardín abundante en plantas y arbustos. El sendero desviaba algo hacia la derecha y por él tomé, cautelosamente. Tenía oculta la luz de la linterna y mi diestra empuñaba el revólver.

Durante el viaje tuvo ocasión de frecuentar el trato del virrey, que le tomó algún cariño y lo invitaba a veces a comer en palacio... Pero caigo en cuenta que estoy hablando del virrey sin haberlo presentado en forma a mis lectores. Hagamos, pues, conocimiento con su excelencia.