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A esto sigue una exposición detallada del argumento de la comedia. Hijos ilustres de Madrid, por Baena: Madrid, 1789. D. Nicolás Antonio. El Sr. Schack, sin duda por inadvertencia ú olvido, critica la fecha de 1570, señalada por Ochoa al nacimiento de Guevara, cuando él mismo la confirma en la nota 2.ª de la página siguiente. V. los párrafos de Antonio Navarro, que copiamos más adelante.

Corresponden á ella, en efecto, el mayor número de las infinitas composiciones citadas en el Viaje al Parnaso, en el Laurel de Apolo, en los trabajos bibliográficos de Don Nicolás Antonio, Ximeno, Rodríguez Baena, Latassa, etc.

En una hoja volante, titulada Carta de un cortesano á uno de los señores obispos destos reynos, Madrid y noviembre 18 de 1623, se dice: Han dado hábito á Don Diego Ximénez de Enciso, veinte i quatro de Sevilla. Montalván, en su Para todos, celebra particularmente Los Médicis de Florencia, de Enciso, que califica de regla y arquetipo de todas las grandes comedias. Baena: Hijos ilustres de Madrid.

Don Diego tenía grande interés en que no se supiese el nombre de su prisionero, y hasta en que se ignorase que tenía prisionero alguno. Por eso no quiso llevarle ni a Cabra ni a Baena, y le llevó al castillo de doña Mencía, donde no había más gente que la guarnición, y bajo cuyo amparo no se había fundado aún la villa que hoy existe.

Brillaban en ella, al lado del marqués de Villena, ya citado, el marqués de Santillana, Juan de Mena, Gómez Manrique y otros muchos caballeros y señores, cuyas obras se reunieron en el Cancionero de Baena, y pasaron luego en parte al Cancionero general.

El suceso, en que se funda el drama Juan Pascual, se cuenta en los Anales de Sevilla, de Zúñiga, del año 1354, tomo II, pág. 136. Si La Hoz, como Baena dice, nació efectivamente en 1620, debió alcanzar una edad muy avanzada, porque un autógrafo suyo de la Biblioteca del duque de Osuna, El deseado príncipe de Asturias, lleva la fecha de 1708.

La villa antigua de Baena, en un cerro que lame tímido el Marbella, sobre el cual parece haberse empinado para señorear gran parte de la campiña hasta divisar las crestas de Sierra-Morena, lleva escritas en sus edificios, ya magníficas, ya sangrientas páginas históricas.

Despues, cuando triunfó el partido del condestable alejándose de Andalucía el infante, el obispo quiso poner entredicho en la ciudad y su obispado; mas apeló el cabildo al arzobispo de Toledo, y como este era hermano de D. Alvaro de Luna, tuvo que suspender el obispo su determinacion. Retiróse entonces el prelado á Baena, y allí celebró órdenes generales.

Háblanos este castillo, mas bien alcázar, de la traicion horrenda cometida por D. Pedro el Cruel con el rey Bermejo de Granada y los caballeros moros de su séquito, á todos los cuales hizo matar en un festin nocturno; háblanos de la prision que entre sus muros padeció en 1483 otro rey de Granada, Muley-Baha-dalí; háblanos por fin del famoso mariscal de Castilla Diego Fernandez de Córdoba, que con sus valerosos hechos dió principio á la ilustre casa de los condes de Cabra y duques de Baena.

Cubre la noche el campo, cesa el combate: el cadáver de D. Pedro, colocado en una mula enlutada, pasa por Baena con direccion á Córdoba en medio de su escuadron que le tributa lágrimas y lamentos. El cadáver de D. Juan quedó en poder de los infieles; pero el rey de Granada lo envió á su hijo con acompañamiento de luces y lutos, y fué llevado á enterrar á Burgos.