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18 Pero a todas las niñas entre las mujeres, que no hayan conocido ayuntamiento de varón, os guardaréis vivas. 21 Y Eleazar el sacerdote dijo a los hombres de guerra que venían de la guerra: Esta es la ordenanza de la ley que el SE

Para ello, anunció con dos días de anticipación a la familia, que el viernes debía dormir en Sarrió, a causa de una sesión del ayuntamiento, que presumía había de ser borrascosa. De nada menos se trataba que del nombramiento de uno de los dos médicos del partido, que la corporación municipal pagaba. Los de Maza tenían su candidato y los de don Rosendo también.

Mi mujer estaba encantada. Tenia razon: aquello parecia un bosque hechicero. ¡Si todo fuera así! Eran casi las diez, estábamos muy léjos de la calle de Feydeau, nos encontrábamos muy cansados, yo tenia que escribir esta reseña, y determinamos dejar para otro día la visita de la calle de Rívoli, hasta el palacio del ayuntamiento, y si el tiempo lo da, hasta la plaza de la tan célebre Bastilla.

En obsequio a la verdad, hay que decir que se había olvidado "casi" de los millones de Calderón, que amaba ya a la hija "casi" desinteresadamente. ¿Conque ha hablado usted en el Ayuntamiento, Ramón? le preguntó Pacita . ¿Y qué ha dicho usted? Nada, cuatro palabras sobre el servicio de alcantarillas respondió con afectado aire de modestia el joven. ¿Pueden ir las señoras al Ayuntamiento?

No faltaron cultos sevillanos, amantes de nuestras memorias históricas, que alzaron su voz, solicitando del Ayuntamiento que se exceptuase de la venta la parcela en que se hallaba el frondoso árbol, la cual deberíase rodear de una verja, colocando al pie del tronco de aquel una inscripción que expresase al transeunte su histórico significado.

9 Estas fueron las ciudades señaladas para todos los hijos de Israel, y para el extranjero que morase entre ellos, para que se acogiese a ellas cualquiera que hiriese hombre por yerro; para que no muriese por mano del vengador de la sangre, hasta que compareciese delante del ayuntamiento.

Nuestros temores, desgraciadamente, no han tardado mucho en confirmarse. Hace pocos años, el Ayuntamiento vendió el solar en que se alzaba el zapote.

Ambas mujeres fueron a plantificarse en un pequeño claro, inmediato a los escaños en que estaba el Ayuntamiento y don Paco y don Andrés; claro que el respeto y la humildad de otras mujeres habían contribuido a formar, y en cuyo límite, no distante, se hallaba doña Inés López de Roldan, la cual tomó aquella intrusión por desaforado atrevimiento, y ardió en sed de imponerle pronto y severo castigo.

No soy poeta, D. Ramón; soy crítico. Pues me había dicho el amo que era usted poeta... De todas maneras, se lo contaré ya que V. tiene curiosidad... Verá V. como es una tontería que no merece la pena... ¡Pero vístase V., criatura, que se está helando! El año de cincuenta y ocho vine a Madrid con una comisión del Ayuntamiento de Valencia para gestionar la rebaja de la cuota de consumos.

El alcalde, con todos los del ayuntamiento, aguardaba a la puerta de la casa de la ciudad. Habían llegado corriendo, seguidos de alguaciles y gente de la ronda, para hacer frente al motín. ¿Qué voleu? preguntaba el alcalde a la muchedumbre. ¡Qué había de querer!