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Actualizado: 25 de julio de 2025
GOPA. Inmenso dolor nos agobia. ¿Por qué anubla su hermosa frente irremediable tristeza? ¿Por qué desea abandonarnos? ¿Qué falta, qué mengua encuentra en mí? Yo le hubiera preferido a los dioses, como Damayanti prefirió a Nal. Mi ventura se cifra en obedecerle con humildad y en ser toda suya. ¡Ingrato! Su corazón insaciable no logra aquietarse en mi amor.
Yo, con mi palabra, si acierto a expresar con ella lo que agita mi mente de un modo confuso, engendraré también mi amor y daré consistencia a la todavía vaga creación en que este amor mío ha de satisfacerse y aquietarse, cumpliéndose así mi destino.
Y sin aquietarse Morsamor y pasando adelante en su cavilar lastimoso, supuso, por último, que la ciencia empírica, hija del exterior sentido, iba a arrebatarnos el imperio y a dársele a los pueblos del Norte, patentizando el jactancioso embuste de las profecías del Padre Ambrosio.
Don Paco aparentaba aquietarse al oír tal explicación; pero en realidad no se aquietaba; y mostrando el verdadero interés que el buen nombre de Juanita le inspiraba, insinuaba que, aunque todo fuese moral e inocentísimo, convenía, a fin de evitar el qué dirán, no recibir a Antoñuelo con tanta frecuencia.
La voluntad va derecha a la beatitud, donde sólo puede aquietarse, como la piedra, desprendida de lo alto de la torre, cae sin detenerse hasta dar en el suelo; como la bala, disparada por certero tirador, vuela a clavarse en el blanco. Lo importante, lo libre, lo meritorio está en poner bien la mira, en buscar el supremo bien donde en realidad reside.
Empezaron los Cários á disparar contra nosotros, y no quisimos hacerles mal, sino darles á entender que queriamos ser sus amigos: no quisieron aquietarse por no haber experimentado nuestras espadas ni los arcabuces.
Palabra del Dia
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