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Actualizado: 11 de junio de 2025


Era preciso ir allá y ver lo que pasaba en la casa. ¿Pero cómo, si era imposible visitar á su tío? ¿Iba ó no iba? La necesidad le apremiaba. Estaba solo, agobiado de extenuación, hambriento y desnudo. Doce cuartos era toda su fortuna; porque en el camino había perdido un doblón, y los gastos de viaje consumieron el otro. Entre tanto se acercaba la noche y no tenía dónde dormir.

El plazo apremiaba porque iba consumiéndose en estos trámites el mes de Abril y aunque para lo esencial bastaran las investigaciones hechas por la referida y ya disuelta Junta, muchos puntos difíciles de llevar á la práctica se ofrecían, necesitándose á la vez dirección facultativa, inspección artística y consulta arqueológica que coadyuvaran á la obra material de reconstitución.

Y el tiempo apremiaba, y el peligro era inminente, como se verá por esta frase de Bringas, textualmente copiada: «Hijita, mañana me manda Golfín la cuenta y habrá que pagársela pasado mañana 3.

Se había mostrado fuera del castillo, no tomándose siquiera la molestia de explicar o excusar su ausencia. El tiempo apremiaba. Por una parte me preocupaban los rumores e investigaciones de que he dado cuenta, con motivo de la desaparición de Raséndil; y por otra, sabía que mi ausencia de la capital ocasionaba vivo descontento.

Y el tiempo apremiaba, y era preciso dejar sin tardanza el hospitalario albergue. Y se dió la orden para que se aparejaran los rocines; y llegó el caso de que los expedicionarios bajaran al portal con las espuelas calzadas; y montaron todos..., ¡y todavía no se cruzaron entre don Simón y don Recaredo otras palabras que no fueran lisonjas, cumplidos y finezas!

Tal vez resultase el encuentro algo en desacuerdo con las reglas; pero el tiempo apremiaba, sólo podían disponer de unas horas, y él había hecho todo lo que creía oportuno. La busca de lugar para el combate era lo que más le preocupaba en esta tierra desconocida. Unos muchachos argentinos, recordando sus paseos por Río Janeiro al ir a Europa, se ofrecían a guiarle a cambio de presenciar el duelo.

Pero la lógica inflexible de su necesidad la amarraba allí, y no viendo a su compromiso otro remedio, érale forzoso apechugar con aquel caliz. «Ya que he hecho el sacrificio de venir pensaba , no me voy sin probar fortuna». El tiempo apremiaba; ya había dado la una... Dos o tres veces trajo las palabras de la mente a la boca, y allí se le quedaron revueltas con una saliva que era hiel pura. «¡Qué tonta soy! pensaba . ¡Tener reparo delante de esta chiquilla...!». Por fin, tanto luchó, que las palabras salieron tropezando.

Palabra del Dia

lanterna

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