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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Era tardo de palabra, y de voz áspera y recia; y mientras las emitía, muy acentuadas y con cierto repicoteo de pronunciación, se tiraba dulcemente de una patilla con los dedos de la mano del mismo lado, apiñados, tiesos y algo temblorosos, como si por allí buscara el chorro de verbosidad, que no salía por ninguna parte, y daba a sus ojos asombradizos una expresión tan rara, que podía dudarse si pedía con ellos misericordia o reclamaba un aplauso.
Sus facciones son muy acentuadas, si bien las dulcifica la constante sonrisa de bondad que dibujan sus labios y el meloso adormecimiento que retrata la negra pupila de sus ojos; son muy inteligentes, y aunque su oído no conozca la significación de la palabra española, sin embargo, sus ojos saben penetrar y traducir el más ligero deseo.
La base de esos caracteres son ciertas potencias, que se destacan de ellos con la mayor claridad; y esta práctica, por regla general, no merece censura, porque una idea abstracta, en virtud de la fuerza creadora del poeta, puede revestir forma corporal, haciéndose una persona subsistente por sí, como, en efecto, acontece en muchas de Calderón, al lado de otras, que coexisten con ellas como individuos reales, dotados de vida, en cuyo concepto, más que nuestro vituperio, merece nuestra alabanza; y, sin embargo, en sus dramas de esta especie, hallamos, con frecuencia, tan acentuadas esas formas generales del espíritu, que los personajes parecen sólo como quienes las llevan y sostienen como símbolo de virtudes ó de vicios, siendo insensato negar que perjudican á la verdad y determinación de los elementos dramáticos de algunas comedias de Calderón.
Esto lo dijo Leto preparándose a jugar por la baranda de arriba; y al oírlo Maravillas, le soltó desde enfrente una sonrisita de las más acentuadas de las suyas. Leto la pescó en el aire, y casi se sintió mortificado; pero estaba más atento que a esas cosas, a la jugada que acababa de prepararle un descuido de su contrario.
En todo lo restante, lo mismo que siempre: los mismos entretenimientos, las mismas costumbres y hasta los mismos muebles en el despacho del antiguo droguero... y las mismas alternativas reumáticas, aunque algo más acentuadas de gotosas cada vez, en la misma simpática persona; en el cual despacho acababan de desayunarse marido y mujer en el momento en que vuelvo a poner al lector en su presencia.
Palabra del Dia
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